jueves, 27 de marzo de 2008

PLURILINGÜISMO

Tengo que hacer un viaje de unos cuantos días a Bruselas. Y allí, las personas que lo organizan aciertan en todo, sin preguntarme, gracias a su larga experiencia en asuntos diplomáticos y de relaciones públicas: fechas, vuelos, horarios, hotel... Pero en Madrid, una de las amables secretarias que me atienden no sabe que yo conozco bien la capital belga, ni que me he quedado muchas veces en el hotel programado. Y, para facilitarme las cosas, le pide información a una conocida agencia, que a su vez le responde con una carpeta llena de folletos y una nota especial que dice lo siguiente:

"Acariciado por su sofisticación y extravagantes casual mezcla de la arquitectura, la moda y cafés famosos sitios históricos, Bruselas es una de las ciudades más singulares de Europa. Igualmente singular es el Hotel R. de Bruselas, un hotel de Bruselas en el Barrio Europeo cerca de las elegantes boutiques de la Evenue Louise, el Parlamento Europeo y la Grand Place. La mezcla de estilo con una extraordinaria predilección por expertas en el servicio, nuestra elegantes habitaciones que rodean las comodidades en el nuevo renacimiento de la cama, con su costumbre edredones, almohadas y nubes de lencería de lujo. Para aquellos que buscan lo último retiro, hay una palabra con el Club Lounge Club. Cuando es tiempo de relajarse, la categoría mundial de Fitness Center ofrece 2000 metros cuadrados de completar las instalaciones de fitness y spa. Cuando usted está buscando un 5 estrellas de Bruselas hotel para un evento o reunión, el R. Bruselas Hotel ofrece 634 metros cuadrados de espacio flexible, con un astuto personal de manejar todos los detalles."

miércoles, 26 de marzo de 2008

FRANCIA


Allons enfants de la Patrie,
Le jour de glorie est arrivé!

lunes, 24 de marzo de 2008

VILLA DE TEGUISE

Algunas imágenes, algunos detalles, estampas, sonrisas, recuerdos, se quedan en el alma para siempre, nítidos, imborrables, sin saber por qué. No son, necesariamente, lo más importante del pasado. Ni significan gran cosa en el presente. Pero no desaparecen. Son como espejos rotos que no se diluyen -que siguen sin remedio agrandando la herida de lo que pudo haber sido y no fue. Las cosas grandes, las que tuvieron y tienen importancia, con frecuencia se difuminan, se confunden, y hasta llegan a desaparecer por completo del archivo de lo conocido o sentido. Pero algunas cosas pequeñas, fugaces, destellos ocasionales de la existencia, continúan donde siempre estuvieron, indestructibles, inconfundibles, llenas de realidad y de emoción. ¿Por qué?

sábado, 22 de marzo de 2008

PERIODISTA EN APUROS

Se consideraba un hombre libre, y era, sin duda, muy inteligente, además de muy simpático. Y por libre o por inteligente, o por las dos cosas, más que por simpático, cometió el error de meterse en política cuando la política, en plena dictadura militar, era más peligrosa que nunca. Al final, como tantos otros, no le quedó otro remedio que desaparecer de donde más lo conocían, y fue a parar, sin dinero y sin amigos, a la lejana y polvorienta ciudad donde lo conocí.

Más que ciudad -aunque hoy ya tenga unos 500.000 habitantes- aquello era entonces un simple asentamiento, unas cuantas calles mal trazadas, que recordaba en todo y por todo al Oeste de las películas. Y como si estuviese en el Oeste, al periodista caído en desgracia no se le ocurrió otra cosa que hacerse novio de la hija del gobernador. Era, creía él, la única manera de encontrar protección y futuro. Y lo de ser novio no le resultó difícil, porque la chica, viéndolo con corbata y con tanta facilidad de palabra -señales de un mundo mejor-, se enamoró enseguida, perdidamente.

Pero ni ella ni él calcularon bien la reacción del gobernador, que fue brutal cuando supo del noviazgo. Tan brutal, que la condición de novio pasó a ser un peligro, más que un seguro de vida. La alternativa, pensó el periodista, era el matrimonio.

¡¿Matrimonio?! La muchacha, amenazada de muerte por el padre, y aunque seguía enamorada, tuvo dudas -dudas serias, que no fue capaz de ocultar. Y aquellas dudas convirtieron el noviazgo en algo clandestino y prolongado, casi amargo. La vida del periodista valía cada día menos.

Hasta que pudo reaccionar. Reaccionó cuando supo, conversando con el dueño de la pensión, que en la ciudad había existido un periódico; que ese periódico dejó de publicarse cuando las presiones del gobernador se hicieron insoportables; que el editor y director había huido; que, sin embargo, el taller donde se imprimía seguía intacto, en una especie de garaje abandonado, al final de la calle Tormentos.

En un par de días, en los que durmió poco y comió menos, preparó el que sería el número 0001 del nuevo Horizontes. Las ocho páginas de texto no eran otra cosa que una retahíla de denuncias contra el gobernador. Y los espacios reservados para insertar una hipotética publicidad, los dejó en blanco.

Imprimió treinta ejemplares, y con ellos y una pistola salió a vender treinta anuncios. Entraba en los bares, en las oficinas bancarias, en las barberías, en las tiendas, y preguntaba por el jefe; le ponía delante un ejemplar del periódico, y sobre el periódico la pistola; le señalaba el espacio que le había adjudicado, y le explicaba el precio y las condiciones de pago...

El precio era único e indiscutible. Y las condiciones de pago, ahorita mismo, contra recibo, y en puro metálico. El recibo era el propio periódico, con las temerarias verdades sobre el gobernador.

Antes de que anocheciera ya había reunido el dinero que necesitaba para huir con la hija del gobernador, para casarse con ella en cualquier lugar que no estuviese en el mapa, y para llegar, con suerte, a Buenos Aires.

Tardaron mes y medio en llegar a la capital argentina, después de atravesar ríos, fronteras, selvas y desiertos. Pero llegaron, con pasaporte boliviano y casados por lo civil y por lo religioso, y se hospedaron, por algún extraño motivo, en el céntrico Hotel Presidente. Ella, más angustiada que nunca, sin ganas de besos ni de tonterías, tuvo que ir al cuarto de baño. Y él, histérico, bajó a comprar cigarros. Bajó en el ascensor y desapareció para siempre, como si se lo hubiera tragado la tierra, dejando una nota manuscrita en la recepción: "Lo siento, cariño. Pero no puedo perdonarte que dudaras tanto cuando más te necesité. Adiós."

miércoles, 19 de marzo de 2008

VOLVER

Cuando mi abuelo se dio cuenta de que también yo iba a emigrar, se puso triste. Y triste, de pronto, empezó a fumar más y a quererme más. Cuando no estaba con él, me buscaba hasta encontrarme. No sabía qué hacer para evitar el adiós que presentía doloroso. Hasta que una tarde me llevó a ver la camella nueva en Las Eritas. Después de visitar al animal, de admirarlo, de acariciarlo, nos sentamos en el muro de piedra, junto al brocal del aljibe, y allí nos quedamos mudos, él mascando tabaco, yo conteniendo la emoción, mientras mirábamos, los dos, sin pestañear, hacia el castillo encaramado en la montaña pelada por el viento.

¿Y entonces?, me preguntó por fin, al cabo de un rato, como queriendo encontrar una forma cualquiera de diálogo. Entonces nada, le dije yo, dificultando sin querer la conversación. Pero el viejo se llenó de valor, me echó el brazo por encima, y me dijo con la voz temblorosa:

-No te vayas, hombre. Quédate. La felicidad está aquí. Lo que estás viendo es la felicidad, y no hay más felicidad, en parte alguna, que la que estás viendo. Y si el problema es el futuro, no te preocupes. Todo lo mío es tuyo: las tierras, la camella, las cabras, la casa, todo.

Si mi abuelo, con lo sabio que era, no me entendía, nadie más podría entenderme. Así que me fui, en serio, "para siempre". Si la felicidad era aquello, el riesgo que corría era ninguno. La isla toda me parecía insoportable. La idea de que los sueños no iban más allá de la camella, me enloquecía. Me sentía un náufrago perdido en la inmensidad del océano. Necesitaba conciliar mi forma americana de hablar, con mi forma europea de pensar, con mi forma -tal vez africana- de sentir. ¿Quién era yo? ¿Por qué había nacido, y seguía estando, en aquel mundo tan pequeño y tan olvidado, que no tenía bosques, ni ríos, ni nieve, ni ferrocarriles? ¿Qué había hecho yo para ser castigado con tanto mar insalvable?

Me fui. Me fui mil veces para volver otras mil. Yéndome tropezaba siempre con la nada. Regresando me encontraba una y otra vez con el desencuentro, que no paraba de agrandarse. Entre las idas y las vueltas se fueron muriendo la camella, mi abuelo, mi abuela, mi padre, mi madre... Aquel mundo mío, inocente y primitivo, fue ocupado poco a poco por extraños que trajeron el turismo, que a su vez trajo la enajenación. La isla perdida en el mar se hizo tierra de nadie -tierra de otros. Y ahora no sé si vengo, cuando me voy, o si me voy, cuando vengo...

Sí sé, sin embargo, que por aquí pasaron alguna vez la razón y la fraternidad. Aquí vivieron alguna vez, estoy seguro, unos canarios de buena fe, unas gentes de bien, que repudiaban la infamia y respiraban humanidad. ¿Dónde están? ¿Se perdieron en la abundancia? ¿Fue la riqueza improvisada la que trajo el desalojo y la agresión? ¿Fue la libertad repentina la que acabó con la cordura?

No estoy seguro de nada. Por eso vuelvo una vez más, tal vez la última, porque a lo mejor, quién sabe, todavía es tiempo de perdonar y de ser perdonados.

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Yo había publicado este artículo,
hace un par de eternidades, allá,
en alguna revista o periódico de las Islas Canarias,
en uno de aquellos intentos de regresar al futuro.
Y hoy, día de tantos aniversarios, qué cosas,
lo he vuelto a ver reproducido en el blog
de Víctor Macías -persona que no me conoce,
ni tengo el gusto de conocer...
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lunes, 17 de marzo de 2008

EUROPA INVERTEBRADA

Para ser ella misma, la Unión Europea ha tenido que hacer los milagros políticos, legislativos, culturales, científicos, económicos, diplomáticos, monetarios, estratégicos, normativos, fiscales, y hasta policiales, grandes y pequeños, que están ahí, a la vista de quienes quieran y sepan verlos. Pero no ha hecho, porque no ha podido, querido o sabido, el milagro de los milagros: comunicar a los europeos con los europeos, en lo cotidiano, individualmente, como si todos ellos fuesen de Murcia o de Baviera.

Esa comunicación nunca existió, ni existe. En la Unión Europea se comunican los Gobiernos, los sectores económicos, las instituciones, los grupos de poder o de influencia, los profesionales, los sindicatos, pero no los ciudadanos, entre ellos mismos, de forma masiva, como simples ciudadanos. No hay comunicación ciudadana entre los europeos, porque no hay, exactamente, Prensa Europea. Lo que hay es mucha Prensa nacional, regional, local, que es cosa distinta...

Las tensiones nacionalistas se mantienen porque el diálogo esencial es cosa de los Gobiernos, y porque la Prensa tradicional de cada país sigue defendiendo lo suyo, como es lógico y natural, y no lo de todos. Por eso no se ha llegado a una razonable vertebración general básica.

El complicado diálogo entre Gobiernos -o entre Estados- no es cosa que pueda desaparecer por las buenas, porque arrastra el peso secular de la Historia y de los intereses creados. Pero implantar una Prensa Europea, con contenidos europeos, visión europea y compromiso unitario, ahora mismo sería cosa bastante sencilla y muy rentable. Esa Prensa era imposible cuando había que imprimirla en tres o cuatro idiomas, y distribuirla en un millón de quioscos. Hoy existe Internet...

Resulta increíble que ningún editor de Prensa Periódica haya visto la jugada con claridad, aunque sólo sea como gran negocio alternativo. En España, sin ir más lejos, las ediciones digitales de los dos diarios de mayor tirada son ejemplos sorprendentes de escasa visión europea: uno se dice "el periódico global en español" y otro se declara "líder mundial de información en castellano". ¡Ninguno de los dos ha visto la verdadera dimensión del formidable mercado editorial europeo! ¡Ambos han pretendido el salto imposible, de lo nacional a lo universal, sin tener en cuenta la existencia clamorosa de la Unión!

Más increíble resulta, todavía, la pasividad de la Comisión que preside José Manuel Durão Barroso. En la misma están, entre otros, la vicepresidenta Margot Wallström, responsable de Estrategia de Comunicación (...), y las comisarias Viviane Reding, que se encarga de Sociedad de la Información y Medios de Comunicación (...), y Benita Ferrero-Waldner, que responde por Relaciones Exteriores y Política Europea de Vecindad. ¿Cómo se explica que no estén resolviendo, directa o indirectamente, el gran problema? ¿Nadie les ha dicho, alguna vez, que la definitiva vertebración de Europa depende ahora mismo, en gran medida, del diálogo digital sistemático entre los europeos? ¿Es tan difícil comprender que con ese mismo diálogo se conseguiría redoblar la influencia de la Unión en el mundo?

domingo, 16 de marzo de 2008

BADEN-BADEN

Dicen -y yo tengo razones para dudarlo- que fue don Francisco Silvela quien dijo aquella frase que se hizo famosa: "Madrid, en verano, sin familia y con dinero, Baden-Baden". Quien la dijera, fuese o no don Francisco, quiso decir y dijo, entre bromas y veras, que la capital de España se llenaba de encanto cuando los madrileños la abandonaban, al irse de vacaciones...

Madrid ya no es lo que era, estamos en el año 2008, y el verano no ha llegado todavía. Pero llegó -hoy es Domingo de Ramos- la Semana Santa. Y una vez más, repitiéndose el fenómeno de todos los puentes, los madrileños han vuelto a huir de su ciudad.

Ese abandono reiterado, ese huir masivo, es algo que a mí me fascina -o me espanta, no lo sé con certeza- porque mi vida funciona exactamente al revés: yo vuelvo siempre a Madrid, a mi casa, cuando todos se van. Los que me leen de viejo ya lo saben, porque no es la primera vez que escribo sobre lo mismo. Y cuando vuelvo y no hay nadie, ni en el vecindario, ni en el barrio, ni en gran parte de la ciudad, Madrid me parece otra cosa, otro mundo, que nada tiene que ver con Baden-Baden, pero que llega a emocionar.

Para comprobar y sentir nuevamente lo que tantas veces he comprobado y sentido, esta tarde atravesé la ciudad, de punta a punta, ida y vuelta, a pie. Los barrios residenciales, como era de esperar, misteriosamente vacíos... Los alrededores de la Gran Vía, misteriosamente llenos, llenísimos, de gente... Pero de gente de fuera, llegada de todo el mundo, inadaptada, desconcertada, sonámbula, mal vestida, y sin embargo aparentemente feliz -una especie de Babel, y no de Baden-Baden, donde nadie se conoce ni se entiende, pero que acoge con tranquila indiferencia al gentío que busca la nada infinita.

Regresé sediento, algo cansado, queriendo más a Madrid y entendiéndola menos. ¿Cómo se puede querer tanto a una ciudad que tantos quieren tan poco -que está tan sobrada de contaminación, de tráfico, charlatanes, aceras estrechas, obras inacabadas, cagadas de perros, meadas de todo tipo, pintadas, ruido, basura, pedigüeños, anuncios estrambóticos, prostitución callejera, farmacias cerradas?

viernes, 14 de marzo de 2008

ORTIZ WIOT

Los buenos también mueren, y ayer murió uno de ellos: Fernando Ortiz Wiot. Su ciudad natal, Las Palmas de Gran Canaria, de la que fue alcalde, y que después lo recordó poco y a destiempo, le está guardando tres días de luto. Cuando escribo temblando de dolor estas mal trazadas líneas, la capilla ardiente de mi querido amigo sigue instalada en la Institución Ferial de Canarias, como si el cuerpo de Fernando fuese una mercancía, y no en el Ayuntamiento o en el Museo Canario, por ejemplo...

A quienes no sepan quién fue Fernando Ortiz, o cómo fue, habría que contarles, ahora, con detalle y lealtad, para que les sirva de ejemplo, su biografía. Pero yo no quiero ni puedo hacer eso, porque tendría que traicionar mis sentimientos. Para mí, lo más importante no es lo que fue o cómo fue. Lo más importante es lo que sentí y siento por él...

Más que recordarlo, yo quiero sentirlo. Quiero seguir sintiendo, para siempre, que tuve un amigo -al menos uno- que siempre fue amigo, de verdad, en las duras y en las maduras. Por eso guardaré esa fotografía, como si el fin no hubiese llegado. La guardo, aunque esté manchada por la sonrisa del personaje diminuto que aparece a la izquierda, porque es el retrato de un momento feliz para Fernando.

miércoles, 12 de marzo de 2008

ROSA DE ESPAÑA

Como siempre estuvo ahí, en la política, delgada, inquieta, con el pelo pintado de rosa, hablando con las manos, con los ojos, con la boca, con el cuerpo entero, teníamos la impresión de conocerla. Verla en el País Vasco, en Madrid, en Bruselas, defendiendo con énfasis sus convicciones, había dejado de ser novedad para cualquier español. De ahí la sorpresa, el domingo, cuando empezaron a salir los resultados de las elecciones, y Rosa María Díez González apareció de repente, por la contramano, como reinventada, con su UPyD (Unión, Progreso y Democracia), demostrando que no todo está perdido en la Democracia hispana.

Increíble: un partido político que resume su programa en las pocas palabras de su propio nombre; que nace con fuerza, cuando otros, unos tres o cuatro, mueren de inanición; que es capaz de hacerse entender; que busca el entendimiento con la sociedad, y no el pleito con otros partidos; que no insulta ni ofende; que propone lo que es razonable y necesario...

Impensable: una vasca predicando sin odio la unidad de España y de los españoles; presentándose como candidata por Madrid; ganando un escaño con los mismos votos que otros, escandalosamente, han ganado seis...

¿Y ahora? Ahora, con ese único escaño, muchos podrían pensar que UPyD no tiene nada que hacer en la política nefasta donde todo es cuantitativo. Y es verdad. Pero además de esa política donde los parlamentarios votan obedientes y callados, de espaldas a los ciudadanos y a la realidad, hay la política abierta y solidaria, dialogante, comprometida con los electores. Esa otra política también es poder: el poder del pueblo...

Si en UPyD fueran capaces de entender esa cosa tan sencilla -hacer política con el pueblo y no sólo con los políticos-, Rosa Díez nos estaría llevando, por fin, con un único escaño, por el camino de la modernidad más moderna. Todo es cuestión de comunicarse, mientras las mayorías siguen sentadas, y casi siempre mudas, en el hemiciclo prehistórico.

AVISO A NAVEGANTES




Quienes tengan alguna dificultad
para entender lo que está pasando
en el Partido Popular, deben saber
que no está pasando nada: Rajoy dice que
se queda al frente de la nave de la gaviota
"por el bien de España", y Esperanza
Aguirre dice que se queda donde mismo
está por el bien de Rajoy. Ellos saben lo
que están diciendo y por qué lo dicen.
Son listísimos. Tan listos, que ya estuvieron
a punto de morir juntos, en aquel accidente
de helicóptero, y los dos se salvaron, gracias
a Dios, para que ninguno se saliera con la suya.

EL HOMBRE DE PARLA

Quiero presentarles al hombre de Parla, provincia de Madrid, después de haberles presentado a la niña de Rajoy, para poderles explicar, así por encima, algunos misterios de la política madrileña.

Sin entrar en el panorama político nacional, quiero decirles, y digo, que los socialistas, con razón, están la mar de contentos con los magníficos resultados electorales que obtuvieron el domingo en el País Vasco y en Cataluña. Aplausos. Pero, en llegando al caso de Madrid, siguen sin saber qué decir. Dicen, para decir algo sin decir nada, que en Madrid volvieron a perder, aunque perdiendo menos... Ni siquiera Rubalcaba se atreve a explicar con claridad el desencuentro del PSOE con el electorado que sigue prefiriendo a Esparanza Aguirre y a Gallardón. ¿Por qué? ¿Por qué el PSOE fracasa una vez y otra en la Comunidad donde se cuecen las habas más nutritivas?

Los socialistas madrileños -me consta- no están en la luna, ni son una banda de indocumentados políticos. Y sin embargo proponen para la alcaldía de la capital al peor candidato imaginable; o mantienen de concejal al chico de los orgasmos ideológicos; o marginan metódicamente a sus hombres más valiosos; o siguen hablando de los ya inexistentes cinturones rojos, periféricos y descamisados... ¿Por qué?

¿Es casualidad que la presidenta de los socialistas madrileños sea una ilustre desconocida llamada Delia Blanco Terán? ¿Y por qué eligen para secretario general a Tomás Gómez Franco, alcalde de Parla, hombre serio, buena persona, pero alejado de los sórdidos mentideros capitalinos?

Tomás Gómez Franco es un hombre sencillo que nació en Enschede, Holanda. En Parla, es verdad, y de forma reiterada, ha sido el alcalde más votado de España. Pero lo que a él le gusta es la natación, la lectura y la pintura. No le debe nada a nadie. Estudió con esfuerzo Ciencias Económicas y Empresariales. Y ahora mismo sigue estudiando Política Sanitaria... ¿Por qué le piden que salve al PSOE madrileño?

O mucho me equivoco, o se lo piden porque saben que él no puede hacer milagros tan grandes -porque están convencidos de que él no tiene luz suficiente para iluminar las covachuelas en que se esconden las influencias perniciosas...

martes, 11 de marzo de 2008

LA NIÑA DE RAJOY


La niña de Rajoy (la niña que le va a complicar la vida política a Rajoy...) ya no es tan niña. Pues nació el 3 de enero de 1952, está casada con Fernando de Haro y Valdés, conde de Murillo, y tiene dos hijos. Esa criatura que ya es esposa y madre es la mayor de los ocho hijos del abogado José Luis Aguirre Borrell y de Piedad Gil de Biedma Vega de Seoane. Se trata, por tanto, de Esperanza Aguirre Gil de Biedma -la misma Espe que ahora mismo preside la venturosa Comunidad de Madrid.

Siendo sobrina del poeta Jaime Gil de Biedma y prima de Ouka Lele -aquella fotógrafa de la movida madrileña-, Esperanza Aguirre podría haber sido bailarina, cantante de ópera, chica Almodóvar o propagandista de la Teología de la Liberación. Pero un día fue atacada por una epidemia de liberalismo clásico y nunca más pudo librarse de la pasión política.

El abuelo, que la adoraba, solía decir que Espe, de haber sido niño, "habría llegado a ser ministro". El buen hombre no vivió lo suficiente para ver hasta dónde ha llegado su nieta pelirroja: concejala, ministra, presidenta del Senado, presidenta de la Comunidad de Madrid...

Esperanza Aguirre consigue todo lo que se propone. Y no -lo reconoce ella misma- porque sea especialmente brillante. Consigue las cosas "trabajando como una burra". Es curiosa, admite que "hay que saber de todo un poco", sabe mejor que nadie rodearse de los que saben, y su lema es elemental: "delega todo, menos la supervisión".

Mariano Rajoy es gallego. Pero Esperanza Aguirre es tenaz, cabezota, sensible, de lágrima fácil pero dura, mandona, generosa, espontánea, supersticiosa, brutalmente sincera, simpática, gritona cuando se enfada... Habrá que ver quién se lleva el gato a La Moncloa cuando llegue el 2012. ¿Será él? ¿Será ella?

sábado, 8 de marzo de 2008

ASESINOS


No sé quién era Isaías Carrasco,
la última víctima mortal de los
bandidos de ETA. Ni sé cómo esa
muchacha, la hija mayor del muerto,
puede mantenerse entera, casi
sonriendo, después del inmenso
dolor que le han causado.
Sé, sin embargo, aunque abrumado
por un sentimiento que es una
mezcla de repugnancia y de impotencia,
que España no puede seguir siendo
un cementerio de inocentes -que esa
huérfana que aparece en la foto no
puede sentirse sola, ni ahora ni nunca.
Mañana, sí, debemos ir a votar.
¿Pero sólo con votos se detienen la sangre y el fanatismo?
¿Qué hay que hacer, ya, de una vez, en serio,
para pararle los pies a los salvajes que nos
amenazan y avergüenzan?
¿Hay que seguir haciendo política barata?
¿Hay que seguir hablando de unidad,
al mismo tiempo que se navega en el fango partidista?

jueves, 6 de marzo de 2008

ESCUELA DE LAS AMÉRICAS

No se preocupen. No les voy a contar la historia de aquel manicomio que en Panamá se llamaba Escuela de las Américas, y que ahora, en Columbus, Georgia, se llama Instituto de Cooperación para la Seguridad Hemisférica. Quiero contarles lo que sucedió con un amigo mío, ilustre militar sudamericano, que, en tiempos terribles, y durante veinticuatro horas, fue alumno, "por la fuerza del destino", del referido centro de adoctrinamiento feroz:

Llegó mi amigo, entonces coronel, con cuarenta y nueve sudamericanos más, al célebre Fort Amador, en Panamá. Y enseguida se dio cuenta de que había llegado a un lugar que le producía repulsión, sin saber exactamente por qué, puesto que todo era como le habían dicho y como él mismo había imaginado. El recibimiento fue efusivo, pero extraño. Las habitaciones eran perfectas, pero no acogedoras. La cena no podía ser mejor, pero le dejó un inexplicable mal sabor de boca. ¿Por qué se sentía tan incómodo -tan fuera de la realidad? ¿Qué hacía un demócrata como él, aunque vistiera uniforme, en un lugar como aquel?

Algunas respuestas las encontró en la inquietante literatura que le habían dejado sobre la cama, con la recomendación escrita de que leyera todo bien leído antes de la ceremonia oficial de ingreso, que sería al día siguiente, temprano, en el lugar tal y tal, bajando, a la derecha... Era una literatura que le podía quitar el sueño a cualquiera. Y Roberto, que así se llamaba nuestro héroe, estuvo toda la noche en vela, dándole vueltas a una idea obsesiva: cómo, de qué forma, con qué argumentos, abandonar todo aquello y regresar sin volverse loco, rápido, al mundo imperfecto de los humanos.

Por la mañana, en la ceremonia oficial de ingreso, todo era tan perfecto, tan cuadriculado, que parecía un sueño cruel. Y todo, para una cosa teóricamente muy sencilla: oír el discurso de bienvenida del general norteamericano que más mandaba en la Escuela -un discurso que pretendía ser amable, leído con una gracia fingida que resultaba hiriente. Hasta que, al llegar al último párrafo, a Roberto le llegó el argumento que necesitaba para irse sin más demora: "Resumiendo -dijo el general-, lo que he querido decirles es que no hay diferencias entre nuestros países, porque todos ellos son iguales, en todo. Somos hermanos, y aquí estamos, aquí habéis venido, sencillamente para compartir la hermandad continental que nos une. Nosotros, los norteamericanos, no somos superiores, en nada, ni nada pretendemos enseñarle ni exigirle, a nadie. Lo que en Estados Unidos hemos hecho para progresar, también lo podéis hacer vosotros. Es muy fácil. El secreto está en colocar al hombre cierto, siempre, sin dudarlo, en el lugar cierto".

¡El hombre cierto en el lugar cierto! Aunque él no quisiera irse, a Roberto no le podían enseñar nada más, ni mejor, en la Escuela de las Américas. Aquella misma tarde regresó a su país, dispuesto a conquistar el siglo XX con la lección aprendida y sin dar un solo tiro. Y acabó dirigiendo el mejor canal de televisión educativa que yo haya conocido...

miércoles, 5 de marzo de 2008

TOROS

A quienes me conozcan un poco les puede parecer imposible. Pero la verdad es que, cuando estoy en Madrid, que no es siempre, hago lo posible por ir a comer a uno de los restaurantes que tengo más cerca: el Puerta Grande, en la calle de Pedro Heredia, a un paso de la plaza de toros de Las Ventas.

Más que restaurante, el Puerta Grande es una especie de universidad, o de museo, o de templo, de la tauromaquia: las paredes del bar están forradas con fotografías de los que han sido y son alguna cosa en el toreo; su biblioteca especializada en toros y toreros sorprende por el número de volúmenes, a veces gruesos como enciclopedias; carteles, folletos, comunicados, anuncios, informan por todas partes de lo que está sucediendo, o va a suceder, en el mundo de "la fiesta"; un cliente ensimismado, siempre presente, con patillas que recuerdan el Dos de Mayo, se llama César Palacios y es pintor taurino...

César Palacios vive en la calle de Bocángel, muy cerca del Puerta Grande, por un lado, y de la plaza de toros, por otro. Ha logrado vivir de la pintura, "un milagro en España", según dice. Pero de lo que más presume, además de su casticismo, es de su oficio de arenero de Las Ventas -de recogedor, con rastrillo y espuerta, de las boñigas que los toros van dejando durante la lidia...

Para el pintor y arenero no hay ninguna contradicción, sino todo lo contrario, entre pintar y recoger excrementos. La prueba está en que su popularidad y su prestigio son grandes, tanto en el ruedo como en el restaurante... Porque en el restaurante, César Palacios -viejo amigo de Antoñete y de otros grandes toreros-, no sólo expone, sino que también asesora en materia cultural: concursos de sevillanas; cursos de periodismo taurino; debates; noches rocieras; iniciativas varias, encaminadas a que Madrid no pierda sus señas de identidad absorbiendo toda esa gente que viene -que venimos- de lejos...

La cultura que César Palacios defiende y que el Puerta Grande promueve, se cultiva sobre todo en el comedor donde yo suelo comer. Allí se come bajo la mirada perdida de numerosas cabezas de toros bravos disecadas -cabezas ilustres de toros famosos que hicieron historia... Allí, ahora mismo, hay una impresionante exposición de pintura infantil -de dibujos salidos de la creatividad de niños que aman la España eterna, siempre teñida de sangre y de oro...

Pero en el Puerta Grande, sea como sea, y cuando sea, se come que da gusto. Y a mí me gusta que Miguel, el maître incansable y diligente, sepa lo que a mí me gusta.

domingo, 2 de marzo de 2008

CARAS CONOCIDAS

Quien no sea español ni se encuentre en España no podría entender esta foto.
Es una foto del frenesí electoral en que se encuentra mi país.
Se trata de unas elecciones para elegir entre Zapatero y Rajoy,
y no para resolver los problemas de los ciudadanos que votan o no votan.
Por eso, lo que se ve parece una fiesta: una verbena canaria.
Y los aparatos que aparecen en el ángulo inferior izquierdo no son ametralladoras,
ni nada que se le parezca: son cámaras fotográficas.

DIEGO HIDALGO (y 2)

Beatriz Iraburo lo contaba desde Washington, de la siguiente manera:

"El presidente norteamericano, Bill Clinton, y su esposa Hillary, ofrecieron ayer, 23 de febrero de 2000, una cena de gala en la Casa Blanca en honor de los Reyes de España, a la que asistieron un centenar de invitados, entre ellos la secretaria de Estado Madeleine Albright, las estrellas Diane Keaton, Meg Ryan y Whoopi Goldberg, el modisto Óscar de la Renta, la periodista Barbara Walters y, por especial deseo de los Reyes, Diego y Melania Hidalgo.

Su llegada no pasó inadvertida: los servicios de seguridad se hicieron cruces al ver detenerse ante la cancela, no ya al acostumbrado "cadillac" o la interminable "limusine", sino un taxi cochambroso con los Hidalgo dentro.

Tras intensas deliberaciones, y después de una inspección a fondo, los agentes consintieron en dejar pasar el desvencijado vehículo. "Es la primera vez que unos invitados llegan en taxi", observó un policía, mientras el conductor, un estudiante etíope, no ocultaba su excitación ante lo que definió "la aventura de mi vida".

Ya en la Casa Blanca los Hidalgo, ella elegantemente ataviada con el traje que llevó en la boda de Marta -y que tuvo que completar con una falda comprada precipitadamente en unos almacenes porque la correspondiente se había quedado en casa- y él con un frac alquilado, se adentraron en la sala en que decenas de cámaras y fotógrafos "disparaban" a quienes iban llegando. Sonrientes y con los ojos entornados en previsión de mil flashes, los Hidalgo, poco conocidos -aún-, a ese lado del Atlántico, no fueron blanco ni de una humilde instantánea. "Fue tan desairado que nos reímos a carcajadas. Era como un gag de película", comentaban luego tronchados.

Llegado el momento de los saludos, el presidente Clinton estrechó la mano de Diego sin tener idea de quién era -veinte meses más tarde, a raíz de la Conferencia sobre Transición y Consolidación Democrática, ambos iniciarían una colaboración que ha ido haciéndose más intensa-, cuando intervino el Rey: "Mr. President, Diego is my soulmate, my brother, my friend, my support... he is everything for me", enfatizó el soberano, que mencionó también elogiosamente los libros escritos por Hidalgo. Clinton prolongó el apretón y las cámaras de televisión no se perdieron detalle, con lo que los Schnur diseminados por USA pudieron ver en los telediarios al primo Diego saludando al presidente.

Tras una cena de consomé de faisán, gambas y langosta, amenizada a los postres por música de violines, y un recital de Plácido Domingo, los invitados pasaron a un salón donde, merced de nuevo al interés del Rey, los Hidalgo pudieron volver a charlar con los Clinton y, a instancias de D. Juan Carlos, acabaron enseñándoles una foto de la pequeña Melania G. vestida de Caperucita.

Al filo de la medianoche, cuando los invitados a la cena de gala comenzaron a desfilar, una desconocida se acercó a Melania que, algo griposa y llegada esa misma tarde de España, no había tenido siquiera tiempo de ir a la peluquería: "Perdone que le aborde sin haber sido presentada, pero quería decirle que es usted la mujer más elegante de la cena". Los Hidalgo, felices y algo cansados, tomaron varios pasillos equivocados antes de encontrar el que les conduciría a la salida. "Han sido cinco horas en el Olimpo", se decían, mientras abandonaban la mansión presidencial y se aprestaban a enfrentar la última prueba del día: encontrar otro taxi."