martes, 31 de julio de 2007

EL PARAÍSO EN LLAMAS


Era un extraño paraíso -unas islas del Atlántico- que nunca fue un verdadero paraíso. Primero fue un simple atracadero de los barcos que navegaban entre Europa y América. Después fue un largo esperar por una nada que nunca llegaba: que se hizo dolor y resentimiento. Después llegó el Turismo, con su dinero fácil y con la negación de toda identidad. Después apareció la democracia, como caída del cielo. Las mayorías históricamente marginadas se encaramaron al poder. Y se vengaron saqueando y corrompiendo. Todo se hizo posible en el Archipiélago Canario. La ley dejó de ser ley. La razón fue atropellada por la brutalidad. Y por eso no tiene nada de particular que un tal Juan Antonio Navarro Armas, vecino de Tejeda, el pueblo que está por encima de las nubes, decidiera prolongar su contrato de guardabosques pegándole fuego al paraíso...

jueves, 26 de julio de 2007

ORFEO NEGRO

Fui a ver Orfeo Negro, la película de Marcel Camus, y creí volverme loco. La pasaban en versión doblada, en español, pero yo la escuchaba en portugués. Volví a verla veinte o treinta veces, para ver si conseguía que los artistas hablaran para mí en la misma lengua en que hablaban para los demás espectadores, y no. Para mí sólo hablaban en portugués. Y lo peor es que, a partir de la cuarta o quinta vez que fui a verla, también yo empecé a hablar en portugués con la taquillera y con el acomodador. Hasta que entendí que no estaba volviéndome loco, sino que, de repente, el segundo idioma que llevaba en mi cabeza, y que nunca había utilizado, estaba brotando por sí solo, de forma retardada, seguramente por sobredosis... La última vez que fui a ver Orfeo Negro fue en un cine de la Gran Vía madrileña, que todavía existe, pero a punto de desaparecer. Lo recuerdo perfectamente porque era la sesión dominical de las cuatro de la tarde y yo había quedado con Josefina en que la esperaba en la taquilla, para entrar juntos y sentarnos juntos. Y no la esperé. Entré yo solo, diez minutos antes de que empezara la proyección, y, solito, sin compañía, volví a ver los morros, las favelas, las avenidas, las mujeres, las playas y el carnaval de Río de Janeiro. Y cuando se hizo Miércoles de Ceniza y el samba acabó (el samba, sí, que la samba es otra cosa), no volví a la Gran Vía, sino que me encontré en un barco argentino, el Alberto Dodero, en medio de la bahía de Guanabara, con el Pan de Azúcar y el Corcovado a babor, y la fortaleza de Santa Cruz y Niteroi a estribor, saliendo de las brumas del amanecer... Había visto Orfeo Negro tantas veces, que desembarcar en la Ciudad Maravillosa me pareció la cosa más natural del mundo. La realidad no me sorprendió por ser como era, sino porque era más espectacular que la ficción. Si en Barcelona, para conocer España, sólo había que visitar el Pueblo Español, en Río de Janeiro, para conocer el mundo, sólo había que ir desde el cais del puerto a Copacabana. Toda la belleza, todas las miserias, todas las razas, toda la música, toda la arquitectura, todo el lujo, toda la cultura, todas las lenguas, todas las épocas, todo lo bueno y lo malo, todo lo que en el mundo era mundo, estaba resumido en la ciudad más bonita del mundo... A nadie le extrañaba en Río de Janeiro que yo hablara portugués con acento de O Porto. Y, lo más curioso, todo el mundo parecía saber que yo era español y se esforzaba en hablarme en español. La gente se entendía en todas las lenguas habidas y por haber, y, oh sorpresa, las películas las ponían en versión original, sin doblar.

domingo, 22 de julio de 2007

ZAPATEROS

Eran peligrosos porque pensaban demasiado: porque trabajaban sentados, callados, con la cabeza llena de profundas reflexiones...

Eran ocho hombres, ocho zapateros, sentados alrederor de una mesa cuadrada, grande y baja, siempre cubierta de herramientas, hormas, zapatos. Y, a sus espaldas, el cuarto estaba abarrotado hasta el techo de más zapatos, rollos de suela, zapatos viejos, tapas de goma, zapatos remandados, tarros de pegamento, zapatos por remandar, ovillos de hilo, zapatos nuevos, hormas, tacones, zapatos rotos, punteras, zapatos, mandiles... El olor era fuerte, mezcla de olor a cuero, a pegamento, a sudor, a cosa vieja, cansada, y un poco entrañable. Los lunes no trabajaban porque tenían que dormir las borracheras del fin de semana. Pero de martes a sábado, durante cuarenta años, allí habían trabajado de la misma manera, sentados de la misma manera. Se pusieron viejos, allí, sentados de la misma manera, trabajando de zapateros, a veces remendones, a veces artesanos finos. Y como en el mundo no pasaba nada, de nada tenían que hablar, allí sentados, alrededor de la mesa, envejeciendo, durante años, lustros, décadas. A veces soñaban en voz alta: de lo que harían si la lotería les tocara; de si les tocaría, vete tú a saber, la lotería; de si la suerte llegaría de repente, así por las buenas, cabrona, sin ser esperada... Pero soñar en voz alta no era lo mismo que hablar. Hablar era otra cosa. Y no tenían de qué hablar, porque lo que tenían que decir lo decían sin palabras. Les bastaba una mirada para pedir la lezna; una sonrisa para pedir fuego; un movimiento de cabeza para decir sí o no. Inventar argumentos que no fueran sueños y que dieran de qué hablar, era cosa difícil. Y entonces inventaron un idioma para decir las mismas cosas que decían con la mirada, con la sonrisa o con el movimiento de cabeza. Parecía una tontería pero no lo era. Pues se trataba de recuperar el placer de utilizar la inteligencia, las sílabas, los sonidos... Resultó un idioma disparatado, pero perfectamente comprensible: Lestósica paró, por ejemplo, quería decir date prisa. Bulística testádica significaba vamos a comer. Por fróstico próstico había que entender vete al carajo. Y así sucesivamente...

viernes, 20 de julio de 2007

IDA Y VUELTA

Mi tío Antonio era un hombre honrado, inteligente y callado. Hablar le parecía una tontería. "Si tienes la razón, hablando pierdes el tiempo; y si no la tienes, haces el ridículo" -solía decir cuando sentía la necesidad de justificarse. Y un día puso los zapatos nuevos y dos camisas blancas en una bolsa, y se fue para Buenos Aires sin decir adiós. De la mujer, de la hija y de los dos hijos varones se despidió con un movimiento de la mano abierta, sin mirar hacia atrás, cuando ya atravesaba la calle, alejándose de la casa familiar. En Buenos Aires permaneció veinte años seguidos, sin escribir ni una sola carta, pero mandando algún dinero, puntualmente, todos los meses. Y a los veinte años regresó sin previo aviso. Casualmente era sábado cuando llegó de vuelta a Lanzarote. Y casualmente había baile en el pueblo. Pero como a él no le importaban para nada los bailes, y siendo de noche y estando cansado y con sueño, fue derecho a su casa, que era una casa grande y sosegada. Sacó la llave que seguía llevando en su aparatoso llavero, intentó abrir con ella, pero la llave no entraba en la cerradura porque la cerradura era otra. Hasta que una mujer se asomó por la ventana y le preguntó qué quería. "Entrar" -le dijo secamente. Menos mal que la mujer, antigua vecina, lo reconoció y supo explicarle lo que sucedía. Y lo que sucedía es que la casa ya no era de mi tío Antonio, porque la familia la había vendido, y con el importe de la venta, y los ahorros de tantos años, habían conseguido otra casa, más moderna y más céntrica. Al verse en la calle, y siendo sábado y de noche, a mi tío no le quedó otro remedio que ir al baile, donde estaban mi tía y mi prima, para que éstas le dieran la llave de la casa nueva. Fue con la maleta al hombro, observó desde la puerta, observó, observó, y por fin localizó a la mujer, allá dentro, al fondo. La mujer lo vio a él, lo reconoció, y salió corriendo y llorando de alegría a darle un abrazo, seguida de la hija, que ya era una mujer con novio, y de los hijos, que ya eran dos hombres hechos y derechos, acostumbrados a beber y a fumar. Todos llenos de emoción. Todos dando voces. Todos besando y abrazando al padre querido y respetado que acababa de regresar de América... Al día siguiente, después de dormir como un extraño en aquella casa nueva que no le gustó ni le dejó de gustar, y sin desbaratar la maleta argentina, mi tío Antonio se fue para Cuba, donde permaneció otros veinte años. Se fue así, como si no se fuera, sin pensar y sin dar tiempo a que la familia pensara, por una razón muy sencilla y muy sincera: porque era incapaz de soportar las emociones, los abrazos, los besos... Si las palabras puras y simples le parecían un desperdicio, las palabras cargadas de sentimiento le resultaban un suplicio. Y los abrazos y los besos, para qué decir...

martes, 17 de julio de 2007

TANGO


Cuesta creerlo, pero es verdad: cuando sólo faltan unos días para que Cristina Elizabeth Fernández, senadora, primera dama, esposa del presidente Kirchner, inicie oficialmente la campaña como candidata a sustituir a su marido en la Casa Rosada, en Buenos Aires descubren que Felisa Miceli, ministra de Economía de Argentina, "economizaba" una pequeña fortuna, en bolsas de la basura, en el retrete de su despacho ministerial... Parece una prolongación de la Marbella más cutre y más desenfrenada. Parece un rebrote del peronismo de opereta, salpicado de Evitas e Isabelitas, siempre al borde de la cama, del despilfarro, del atropello, de la locura ensangrentada... ¿Por qué? ¿Qué hay en el alma de Argentina, para que de cuando en cuando, en tiempos de bonanza o de escasez, de dictadura o democracia, algunos argentinos sientan esa atracción irrefrenable que los arrastra hacia el disparate, la tierra quemada y la muerte? ¿Cómo es posible que un pueblo tan preparado escriba y cante, con sentir patriótico, tangos que dicen que "la maté porque era mía"? ¿Hay alguna razón, algún misterio, para que Buenos Aires tenga los cementerios más bonitos del mundo? Refiriéndose a su ciudad, Borges tuvo la osadía de escribir: "No nos une el amor sino el espanto; será por eso que la quiero tanto". Yo, que tantos sentimientos perdí en la hermosa capital de la maravillosa Argentina, podría escribir, o confesar, desde mi humildad, desde mi anonimato, desde mi serena resignación, que si un día me alejé de las orillas del Plata no fue por casualidad: fue porque tuve la impresión, el convencimiento, de que allí, por algún motivo, jamás coincidirían los sueños y la realidad...

lunes, 16 de julio de 2007

LA VIVIENDA

Los que me leen, aquí o en otros medios, saben lo mucho que he ironizado (para no ponerme serio) sobre la que fuera ministra de Vivienda hasta hace pocos días, María Antonia Trujillo. Le dieron un Ministerio imposible en una España imposible, y la pobre señora, como era de esperar, acabó perdiendo la poltrona la semana pasada. En su puesto han puesto a Carme (así, sin ene al final) Chacón, que tiene el diente político bastante más retorcido, pero que tampoco resolverá, por lo gigantesco que es, y por lo agobiante, el problema de vivir sin vivienda en el cómico país de Zapatero y de Rajoy, donde sobran viviendas que no se pueden comprar... El Presidente está distraído dándole dinero a cualquier criatura que venga al mundo, con pan o sin pan debajo del brazo. Y Rajoy quiere que le entreguen las actas de las conversaciones con ETA... Mientras tanto se hizo el verano, Madrid parece Baden-Baden, y yo sigo comiendo en mi restaurante preferido, cerca de Ventas, rodeado de toreros y de glotones compulsivos... Y hoy, justamente hoy, en plena digestión, se me ocurrió dar una vuelta por la calle Lanuza, que al ser fea suele estar desierta, y al ser estrecha siempre tiene sombra. Y entre los muchos cartelitos que por allí anuncian la venta de viviendas, me llamó la atención el más bajo, colgado de una ventana que de tan baja podría ser puerta... ¿Cómo sería por dentro el piso anunciado? ¿Cuánto costaría? ¿Y quién podría comprarlo para vivir casi en la acera, tan llena de cagadas y meadas de perro? La curiosidad pudo más que el bochorno, y fui a buscar las respuestas en mi propio ordenador, que para eso existe Internet: el piso es un pisito de 50 metros cuadrados; tiene salón-dormitorio, cocina estrechita, y algo parecido a un cuarto de baño; y vale 300.000 euros!! Cualquier joven que lo compre se hará viejo pagando la hipoteca. A menos que le pierda el cariño a esta tierra de locos y se pregunte lo que puede hacerse con ese dinero en otros lugares del mundo. De momento, yo viajo esta noche: voy a comprar un caserón precioso, inmenso, con nueve habitaciones, dos piscinas, en un lugar de ensueño de la costa oeste de los Estados Unidos, por 280.000 dólares!! Desde allí veré, vía satélite, cómo Zapatero sigue improvisando y cómo Rajoy sigue haciendo el ridículo...

viernes, 13 de julio de 2007

ELLOS

Ahí están, enteros y saludables:
Virgilio N. da Silva Carvalho, Karin Decker Gonçalves,
Mário G. de Moura Lacerda, Profesor Hernández Peña,
Rector Gabriel M. Rodrigues,
y, como mandan los cánones,
Ibrahim Georges Tahtouh

jueves, 12 de julio de 2007

NÚMEROS


Una vez, en Atenas, me encontré en medio de una reunión de trabajo en la que todo el mundo hablaba griego -sólo griego. Había recorrido miles de kilómetros para estar allí, en el día, en la hora y en el lugar exactos, y el esfuerzo y el costo no me sirvieron para nada. Pues nada entendí. Cuando regresé a São Paulo, después de pasar por Roma y Monrovia, y me pidieron explicaciones, no supe que decir. No tenía nada que decir. La mezcla de vergüenza y desencanto me había dejado mudo... Nunca más volví a hablar de aquella reunión, aunque, para mis adentros, no la haya olvidado. La recuerdo siempre que veo y escucho en la televisión a un comentarista de Bolsa. A éstos tampoco los entiendo. Sé que no están hablando griego, pero da lo mismo: es como si lo hablaran... Y ahora, para ponérmelo peor, quien comenta la Bolsa en Canal+ es una chica de nombre Lara Vadillo, carita asimétrica, verbo carcomido, aspecto huidizo, que habla vertiginosamente de la siguiente manera:

LasadvertenciaslanzadasdesdelosbancoscentralesdelaUEydeEstados
Unidossobresufirmevigilanciadelospreciosydelpeligrodeunrepuntede
lainflaciónhatenidounefectoleveenlosmercadosdevaloreseinmediato
enlosderentafijaelIbex35hacerradoestaagitadasemanaconunasubida
del1,12%conseguidoprácticamenteenlaúltimasesiónyquelesitúadenue
vosobreelniveldelos15.000puntoselcontrasteconestasubidadelaBolsa
estáenelavancede13"puntosbásicos"enlarentabilidaddelbonoa10años
queterminaenel4,75%...

La mujer tiene mérito. Pues no es fácil mantener la respiración de forma tan persistente, tragando al mismo tiempo tantos puntos y tantas comas. Una maravilla.

domingo, 8 de julio de 2007

SIETE MARAVILLAS

Ya lo saben: acabó la formidable campaña electoral desatada por Bernard Weber, el aventurero suizo, oportunista mediático, y ahora resulta que "las nuevas" siete maravillas del mundo son la Gran Muralla, Petra, el Cristo Redentor, Machu Picchu, Chichen Itza, el Coliseo, y el Taj Mahal. Son ésas, y no otras, porque sí -porque lo dicen 100 millones sospechosamente redondos, justos, exactos, de votos emitidos en todo el mundo, sin ningún fundamento científico... A las pirámides de Giza las perdonan, no las borran de la memoria universal, y las mantienen como maravilla honorífica en octavo lugar... Pero sí eliminan los jardines colgantes de Babilonia, el templo de Artemisa, la estatua de Zeus, el mausoleo de Halicarnaso, el faro de Alejandría y el Coloso de Rodas... El resultado, sea bueno o malo, lógico o ilógico, me parece un colosal disparate. Pues no reconozco ni la autoridad ni el derecho de un vendedor de estampitas helvético para enfrentar los más diversos pareceres de los habitantes de la Tierra: para reírse en una fiesta lisboeta de la herencia sentimental, sea o no cultural, de la Humanidad... Los que piensen de otra forma, como el señor Mayor Zaragoza, ya sé lo que van a decir, a cambio de algún favor que no confiesan: que todo ha sido pura democracia -que la democracia no es otra cosa que el voto de la mayoría... Y ahí podremos entrar en otra discusión igualmente dolorosa: en reconocer o no reconocer los sistemas "legítimos", que se dicen legítimos, que hacen y deshacen nuestras vidas, basándose en la disparatada razón cuantitativa, derivada de los simples montoncitos de papeletas electorales...

sábado, 7 de julio de 2007

MADRILEÑOS

En su Enciclopedia de Madrid, Pedro Montoliú dice lo siguiente, en la página 245: "A pesar de su fama de bullanguero, de persona que aprovecha cualquier momento para ir a tomar un tentempié, el madrileño es trabajador, lo mismo que es abierto en su trato personal, poco xenófobo y nada apegado a lo suyo, como habitante de una ciudad formada por aluvión. Es algo fanfarrón, paciente como hombre acostumbrado a la burocracia, dispuesto a la broma, dotado de una fina ironía que desconcierta, y escéptico por su largo y cercano trato con el poder". Y en la página 248 da un ejemplo de la supuesta habla castiza madrileña: Amos, anda. Ya sé que te tiene enfilado pero, si se descuelga por aquí, tú le bailas el agua y cuando esté en la inopia te largas a la chita callando o sea que ahuecas el ala o te das el piro. Vamos, que te vas de naja. Que Jualianín me dé el queo, y entonces me presento yo aquí de extranjis y le digo a la jeta a ese gandumbas que nadie va a cargar con el mochuelo, que a mí no me camela, porque fue él quien afanó el peluco a aquel julai mientras hacía el paripé con aquella lumi a la que quería llevarse a la piltra. Y que no me venga con que necesitaba la guita para tranquilizar la gazuza porque seguro que ese tuercebotas ha sacado una pasta gansa. Que no soy un gili ni se me va la chola. Y si quiere achantarme y armar un tiberio, estáte al loro y llamas a los guripas, que ya conocen el percal y le van a dar a tutiplén hasta dejarle como un brazo de mar. Va a ser el acabose.