jueves, 24 de abril de 2008

JAPONESES EN BRASIL

El 18 de junio próximo se cumplirá un siglo de la llegada al puerto de Santos del navío Kasato Maru, con las primeras 165 familias japonesas dispuestas a trabajar de sol a sol en los cafetales paulistas. Eran tiempos, parece mentira, en los que Japón sufría una gran crisis y Brasil necesitaba mano de obra.

Cien años después, la población japonesa de Brasil es la mayor población nipona fuera de Japón: algo así como dos millones de personas, entre issei (japoneses de nacimiento), nissei (hijos de japoneses), sansei (nietos), yonsei (bisnietos), etc.

Pero no fue fácil. Al principio, como campesinos pobres que eran, tuvieron que plantar café en el interior de São Paulo y en el norte del Paraná; trabajar en la explotación del caucho en la Amazonia; cultivar la pimienta en los confines de Pará. El Gobierno brasileño de entonces, que prefería a los europeos, los trataba con desconfianza. Sufrieron tanto, su adaptación fue tan dolorosa, que muchos intentaron regresar a Japón, sin conseguirlo, porque los obligaban a cumplir lo que habían firmado, sin saber lo que firmaban. Algunos huyeron, se rebelaron, se negaron a trabajar...

Pero estalló la I Guerra Mundial. Las cosas se pusieron peor que nunca en Japón. Los japoneses fueron prohibidos de emigrar a Estados Unidos. En Australia y Canadá los maltrataban. Brasil, a pesar de los pesares, parecía lo más razonable.

Entre 1920 y 1930 entraron tantos japoneses por los puertos brasileños, que Brasil llegó a tener la mayor población japonesa fuera del Japón. Esta vez también plantaron fresas, té, arroz... En São Paulo, el barrio de la Liberdade se convirtió en un apretado universo oriental, donde, con el tiempo, nacería mi hija Graciela -donde, pasados muchos años, lloraría de emoción el primer ministro Junichiro Koizumi...

Hasta que estalló la II Guerra Mundial. Brasil le declaró la guerra a Japón. No sólo se detuvo la inmigración japonesa, sino que, en suelo brasileño, los japoneses fueron perseguidos. Getúlio Vargas prohibió el uso de la lengua japonesa. Toda manifestación cultural nipona era crimen. Los japoneses más radicales protestaban contra el cultivo de la seda (que servía para confeccionar paracaídas) y de la menta (que servía para aumentar la potencia de la nitroglicerina). La colonia japonesa se dividió entre makegumi (derrotistas) y kachigumi (victoriosos). El coronel retirado Junji Kikawa tuvo la ocurrencia de fundar la Shindo Renmei -la organización secreta dedicada a matar a los que creyeran que Japón había sido derrotado...

Parece mentira. Hoy, sin la inmigración japonesa, Brasil no estaría rozando la categoría de potencia mundial. Sin todo lo bueno y bonito que ocurrió después, en Japón no vivirían ahora mismo unos 500.000 brasileños, en su mayoría dekasseguis, que han hecho el camino al revés, atraídos por la abundancia conseguida con cien años de paciencia, talento y disciplina...

(Este artigo se o dedico
com afeto à minha amiga
Chieko Nishimura Aoki,
empresária de êxito
e pessoa de bem)

miércoles, 23 de abril de 2008

JUAN GELMAN

Hoy, en el paraninfo de la centenaria Universidad de Alcalá de Henares, en emocionante ceremonia, y de manos del rey Juan Carlos I, Juan Gelman ha recibido el Premio Cervantes. Pero anoche, en una emisora cuyo nombre no quiero recordar, un miserable locutor se reía del poeta argentino: "No sé quién es. Nunca lo he leído. Tal vez lo premien por rojo, y no porque escriba bien..." -decía el canalla, con retorcida ironía.

Conocer a Gelman es fácil. Leerlo estremece. Quien quiera conocerlo y estremecerse con su dolor hecho belleza, sólo tiene que poner su nombre en un buscador de Internet. Lo encontrará enseguida, porque él, amante del ciberespacio, hasta tiene un blog -una bitácora- donde publica todo lo que ha escrito y escribe con tanto sentimiento. Por ejemplo:

Límites

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed,
hasta aquí el agua?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire,
hasta aquí el fuego?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor,
hasta aquí el odio?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre,
hasta aquí no?

Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran.

domingo, 20 de abril de 2008

CONOTEL 2008

A los muchos amigos y compañeros de profesión y de empresa que tanto me han preguntado y me siguen preguntando por el Congreso Nacional de Hoteles de 2008 en Río de Janeiro, les hago saber que las inscripciones ya están abiertas. Este año será más importante que nunca. El interés es enorme, y no sólo en Brasil. En agosto -no lo olviden- nos veremos en la Ciudad Maravillosa...

lunes, 14 de abril de 2008

LA ZAPATERÍA

Algunas fechas son más misteriosas que otras. Hay días que pasan sin pena ni gloria, como si no pasaran, y hay otros en los que siempre sucede algo extraordinario, para bien o para mal. El 14 de abril, sin ir más lejos, es de los que dejan huellas difíciles de borrar. Ejemplos:

14.4.1578 - Nace Felipe III, rey de España y Portugal.
14.4.1890 - Se funda la Unión Internacional de los Países Americanos, que pasó a llamarse OEA en 1948.
14.4.1912 - Se hunde el Titanic, a 150 millas de la costa de Terranova, y se funda el Santos Futebol Clube, en Brasil.
14.4.1931 - Se proclama la Segunda República Española, y el Rey huye al exilio...
14.4.1936 - La Barraca, de Federico García Lorca, hace en Barcelona su última presentación.
14.4.1939 - Roosevelt le propone a Hitler y a Mussolini 10 años de paz en Europa y en Oriente Medio -algo así como una Alianza de Civilizaciones...
14.4.1987 - Gorbachov propone prohibir la instalación de misiles en toda Europa.
14.4.1994 - El Parlamento de Atenas le retira la ciudadanía griega al ex rey Constantino.
Hoy, 14.4.2008 - Habiendo ganado las últimas elecciones generales, el presidente José Luis Rodríguez forma La Zapatería: un gobierno con más ministras que ministros, en el que, por primera vez en España, una señora joven, perfectamente embarazada, a punto de dar a luz, se hace cargo del Ministerio de Defensa.

viernes, 11 de abril de 2008

PARLAMENTO EUROPEO

Hablando sin rodeos podría decirse que el Parlamento Europeo es una descomunal empresa que ofrece más cosas, y más variadas, que el mismísimo El Corte Inglés, por un lado, y que cualquier centro de convenciones, habido o por haber, por otro. Tiene establecimientos en Estrasburgo, Luxemburgo y Bruselas. Y es ahí, en sus instalaciones de Bruselas, donde la mezcla de un formidable sistema de compra-venta, de los servicios en general, y de los eventos en particular, es más sorprendente. Por tener, el Parlamento Europeo tiene hasta hemiciclos redondos, y auditorios cuadrados, por todas partes.

En la capital belga, como todo el mundo sabe, existe el Parc Léopold. Aquello, hasta finales del XIX, no era otra cosa que una finca particular con problemas de higiene, por causa de un río contaminado que ahora está cubierto. Y fue Ernest Solvay -¿se acuerdan?- quien transformó los terrenos improductivos en parque científico, con zoológico, cinco centros universitarios, la Biblioteca, etc. Fue él, sí, quien organizó allí aquellos célebres encuentros entre los más grandes de la Ciencia de entonces, como Einstein o Marie Curi, sin ir más lejos, para hablar con soltura de lo que sólo ellos sabían.

Pero un día -no sé si bueno o malo, con sol o con lluvia-, y por el lado de la rue Wiertz, a alguien se le ocurrió quitarle un buen pedazo al Parc Léopold, para dar cabida en él a una parte importante del monstruo de acero y cristal que se iba apoderando del barrio, hasta entonces inocente. El Parlamento Europeo no podía crecer en la dirección opuesta porque se lo impedían las vías férreas que pasaban por la estación de Luxemburgo.

Hasta que otro alguien tuvo otra ocurrencia: meter las vías y la estación en un atrevido túnel, y convertir en enorme y carísimo solar todo el espacio existente entre la rue Wiertz y la rue de Treves. Esfuerzo éste que resultó insuficiente, porque el monstruo, teniendo más suelo creció más, hasta atropellar el delicado equilibrio provinciano de la Place du Luxembourg con una pasarela curva, aérea, que tiene mucho de disparatada.


Esfuerzo inútil. Pues empezaron a llegar los polacos y el Parlamento Europeo ya no se conforma con ser una ciudad futurista, al borde mismo de la ficción. Ahora necesita más y más trozos de la impotente Bruselas. Y mientras se traga a la vieja ciudad, en sus entrañas se suceden las contradicciones: como el batallón de albañiles, carpinteros, cerrajeros, electricistas, no acaba nunca las obras secundarias, para entrar en el corazón del coloso hay que dar mil vueltas por entre montañas de ladrillos, desvíos metálicos, sacos de cemento, desperdicios, cajones, cartones, tablas; el gentío que carga maletines y camina rápido, salta indiferente por encima de una mujer que pide limosna (...) atravesada en un estrecho pasadizo provisional; un hombre sin abrigo, helado, toca con esmero una flauta medieval a pocos metros de la sierra mecánica que corta azulejos; el sistema de seguridad, que pretende ser el más seguro del mundo, resulta ridículo ante el vertiginoso movimiento de personas y de cosas; los pasillos más amplios son los que conectan los lugares menos transitados; los ascensores se rompen cuando son más necesarios; a los visitantes que llegan en tropel desde los confines del Continente Recompuesto, no les explican lo que significa el milagro de la Europa Conciliada -les regalan (...) muñecos de peluche, paraguas y chubasqueros; los eurodiputados, aquejados de añoranza, decoran sus despachos con recuerdos de sus aldeas lejanas -detalles taurinos, paisajes gallegos, quesos manchegos, literatura canaria...

En el interior del Parlamento Europeo se puede vivir perfectamente, para siempre, porque allí, como ya dije, hay de casi todo -desde bancos a peluquerías, desde supermercados y restaurantes a farmacias y limpiabotas. Sólo no hay un hotel (...) donde puedan descansar los políticos y funcionarios que desfallecen de tanto ir y venir por todo el mundo.

Se trata, como ven, de un universo muy particular, o tal vez muy extraño, donde se improvisan en cualquier rincón exposiciones de barquitos de vela, o de arte azteca, o de vinos jerezanos, o de fotografías relacionadas con los horrores del Este. Todo vale. Allí todo se mueve, como por encanto, siempre que sea para bien.

Pero lo más importante del Parlamento Europeo son la Palabra Traducida y el Conocimiento del Vecino. Aquello, amigos míos, es el Alma de un mundo mejor, apasionante, que todavía está naciendo. Por eso, los que allí nos representan deberían ser tratados de otra forma, más respetuosa y más agradecida.

jueves, 10 de abril de 2008

BRUSELAS

Duda secular sobre el ser o no ser. Experimento histórico sobre la compatibilidad, o no, entre la Fuerza y el Derecho. OTAN y Democracia. Capital estropeada, apática, de un continente viejo que va curando poco a poco, con euros y legiones de intérpretes, sus propias heridas.

El Manneken Pis no ha dejado de orinar. La impresionante torre del ayuntamiento sigue torcida. La Maison des Ducs de Brabant sigue acojonando a los turistas desprevenidos con su arrogante fachada dorada. Las Galeries St-Hubert siguen vendiendo emociones antiguas, que me obligan a recordar que allí mismo fui feliz cuando aquella madrugada perdida en el tiempo se hizo diluvio.

En Bruselas, muchas cosas grandes y bellas -o no- siguen vivas para que sigamos creyendo que ser europeos no es, ni ha sido nunca, una broma.

Pero resulta que Henri Le Boeuf (mecenas) y Victor Horta (genial arquitecto, pionero del Modernismo) se encontraron con un grandísimo problema, allá por los años veinte del siglo pasado, a la hora de levantar el Palais des Beaux-Arts: tenían que construirlo en una ladera, y la altura del edificio tapaba la vista de la ciudad a quienes quisieran contemplarla desde el Palais Royal... La solución la encontraron después de modificar el proyecto seis veces, a lo largo de siete años interminables.

Si Le Boeuf y Horta resucitaran ahora, volverían a caer tiesos al instante. Pues su amada Bruselas se llenó de aberraciones arquitectónicas, de todas las alturas y perfiles, que en muchos casos parecen pensadas para agredir a la monumental herencia estética parida por tantos sueños grandes, y a veces violentos.

Lo que quiero decir es que Bruselas sigue existiendo, pero metida en un feo traje de faena que le rebaja la autoestima. Bruselas dejó de quererse a sí misma.

Ahora, las rotas y sucias calles de Bruselas son ríos de manifestantes: sindicalistas que se manifiestan contra el daño que les causa el progreso acelerado; negros silenciosos, vestidos de negro, portando antorchas, que se manifiestan como si regresaran a la pesadilla del Congo belga; estudiantes que se manifiestan contra su ignorancia endémica; turistas pobres que se manifiestan en grupo, como las ovejas, en busca de alguna identidad que les sirva de pasto existencial...

Bruselas, repito, viene a ser algo así como la doble capital de un país que no quiere ser Bélgica, y de un continente que pretende ser Europa. Un lío.

sábado, 5 de abril de 2008

SINCERO DESPRECIO

Trece años después, ¡trece!, de que los bandidos de ETA mataran a tiros al parlamentario Gregorio Ordóñez, el extraño Parlamento vasco ha pretendido tapar sus propias vergüenzas con una placa que debería servir para recordar al valiente fallecido. Y ayer, en el tardío homenaje, le dieron la palabra a la viuda, Ana Iribar. Y ésta, con una entereza que daba escalofríos, aprovechando la irrepetible ocasión, se acordó de un resentido caballero, leñador acomplejado, de nombre Juan José Ibarretxe, que no tuvo la decencia de estar presente: "Quiero -le dijo la viuda elegante y serena, a Izaskun Bilbao, presidenta del Parlamento- que le traslade al lehendakari mi más sincero desprecio por la deslealtad, la hipocresía y la cobardía con las que actúa."

Histórico, ¿verdad? Por fin, después de tanto mentir y tergiversar, hemos podido descubrir que las palabras más claras también sirven para decir cosas evidentes en la penumbra del politiqueo. ¿Por qué nadie le había dicho la verdad, hasta ayer, a ese tal Ibarretxe, enfermo de odio? ¿Por qué temerle, o soportarle, como algunos le temen y soportan?

martes, 1 de abril de 2008

LA PORTAVOZ

Hay algo en los discursos de Mariano Rajoy que nos llama la atención a los profesionales que tenemos alguna experiencia en asesorar políticos, partidos, parlamentos, gobernantes o gobiernos: el uso descarado, incontenible, de la primera persona -el yo propongo, yo digo, yo voy, yo estoy, yo quiero, yo tengo... Es como si el Partido Popular fuese él, sólo él, y nada más que él. Y no se trata, no, de una simple forma de decir. Es toda una forma de estar y de pensar. Y quien lo dude, que preste atención a su empeño en dejar bien claro que él no se reelige para presidir el partido, sino para llegar a La Moncloa, que es cosa distinta.

Si no se tiene en cuenta ese detalle, es muy difícil entender que don Mariano haya convertido a Soraya Sáenz de Santamaría en portavoz parlamentaria. Lo que él espera de su brazo derecho no es la mejor defensa de los intereses de media España, ni el fortalecimiento del PP como partido, ni la mayor dignidad del hemiciclo. Espera, sencillamente, la total resonancia de sí mismo.

Por eso se ha saltado a la torera la lógica de la inteligencia, de la experiencia, de la solidez intelectual, de la organización, de las aspiraciones legítimas, de los méritos acumulados por tantos, en décadas de estar y de no ser. Él -entiéndanlo- no está para liderar y perfeccionar la Oposición. A él le mortifica la idea de presidir su propio partido. Lo suyo es ser candidato a La Moncloa. Se queda y se reelige para eso: para hacer su campaña, durante cuatro años, con su equipo.

El estropicio puede ser enorme, porque en política no es lo mismo el triunfo personal que el éxito colectivo. La derecha puede ahogarse de nuevo en sus propias pasiones. La idea de que una cara joven y bonita vale más que mil vidas hechas y derechas, no puede acabar bien, porque además de injusta es disparatada.

Y yo lo siento. Lo siento por Soraya, que al fin y al cabo es mi vecina, y por eso sé que todavía sueña en su casa nueva, engalanada con macetas con arbolitos a ambos lados de la puerta, y felpudo redondo como una pizza en el rellano.