martes, 30 de diciembre de 2008

AÑO NUEVO


¿Por qué vienes ahora, Año Nuevo,
cuando todo está viejo y cansado?
¿Por qué sugieres tantas esperanzas
si estás hecho de tantos fracasos?

No me digas que eres tú, Año Nuevo,
el que va a poner las cosas en su sitio.
Tú no podrás hacer lo que no hicieron
los años que vinieron y se fueron.

Puedes quedarte un año, Año Nuevo.
Pero no te quedes ni un minuto más.
Pues, si te quedaras más de lo debido,
el fin inevitable podría no ser fin.

Y no creas que te temo, Año Nuevo.
No. No tengo miedo de tus amenazas.
Yo sé vivir sin que la vida se renueve.
No quiero sufrir tu tiempo prestado.

Por eso tendrías que saber, Año Nuevo,
que conmigo tienes poco que hacer.
No olvides nunca que yo llegué primero
y yo olvidaré que te conozco de algo.


lunes, 29 de diciembre de 2008

GRACIELA (45 AÑOS)



1963
-2008



Los amores grandes y verdaderos
no se olvidan, ni siquiera cuando
las fotos son malas y el silencio sobrecoge.



domingo, 28 de diciembre de 2008

TIERRA SANTA

Y, mientras tanto,
desde el mundo "civilizado"
me llega la noticia de que la
gente sigue cantando villancicos
y mandando mensajes con el
deseo de que 2009 sea próspero.

sábado, 27 de diciembre de 2008

BAOBAB

Fue Michel Adanson, el botánico francés que pasó por la Islas Canarias en 1748, y que permaneció en la vieja colonia de Senegal hasta 1753, el que, antes de morir pobre en París, divulgó en Europa por primera vez la existencia y las características del baobab. Es por eso por lo que la ciencia llama Adansonia al mismo árbol.
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La cosa se complica cuando descubrimos por nuestra cuenta que hay ocho especies de Adansonias, y que cada especie tiene varios tipos. Y como resulta que yo no entiendo nada de botánica, ni quiero aburrir a nadie, lo que digo es que me he llevado una enorme y grata sorpresa conociendo de cerca unos cuantos baobabes enormes, de la especie Adansonia digitata, endémica en las zonas semiáridas del sur del Sahara. Lo de digitata ("con dedos") viene de que las flores blancas de estos árboles tienen forma de mano. Producen un fruto que parece un melón pequeño. Llegan a tener hasta 25 metros de altura, con troncos que pueden alcanzar los 40 metros de perímetro. Algunos tienen más de 4.000 años de edad...



En Sudáfrica existe la Orden del Baobab, que distingue con su Medalla a los ciudadanos más honorables. Esa Orden justifica su existencia con argumentos contundentes:

"El baobab, el árbol tropical de África, es símbolo de resistencia, tolerancia, vida comunitaria y longevidad. Valorado también como manifestación de vitalidad, es un árbol dotado a la vez de propiedades mágicas y utilitarias: nos proporciona fibra para nuestra ropa y para nuestras cuerdas y lazos, fruta y combustible, entre otros productos. El baobab se distingue por su estatura y por la apariencia de que crece de arriba para abajo. Desde hace siglos, para las comunidades africanas ha sido tradición celebrar sus reuniones junto a él".

jueves, 25 de diciembre de 2008

LÉOPOLD SÉDAR SENGHOR

Una vida larga y algo más que intensa: el hombre que los senegaleses más han querido, el Poeta de la Negritud, nació en 1906 en el antiguo bastión portugués de Joal, y murió en 2001 en Normandía. Fue el primer presidente -ejemplo de democracia en el continente de las dictaduras feroces- de la República de Senegal; primer negro elegido por la Academia Francesa; catedrático de Gramática; condiscípulo de Georges Pompidou; amigo de Jean-Paul Sartre y Albert Camus; defensor del mestizaje cultural; diputado de la Asamblea Nacional; secretario de Estado con Edgar Faure; prisionero en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial; ministro consejero con De Gaulle; autor de Cantos de sombra, Hostias negras, Cantos para Naëtt, Etiópicas, Nocturnas, Letras de invierno, Elegías mayores, etc., etc., etc.



"Si yo hubiese tenido que elegir entre mi triple vida de hombre político, profesor y poeta, hubiera salvado mis poemas. En ellos está lo esencial. La poesía es la forma más cabal de la cultura y la cultura es el fundamento y el fin último de la política. Escribo en francés porque el francés es una lengua cuyos recursos conozco bien, por haberla mascullado, degustado y enseñado. Nuestras lenguas africanas tienen un halo natural de savia y de sangre. Las palabras del francés brillan con mil fuegos, como diamantes
".


martes, 23 de diciembre de 2008

ISLA DE GORÈE

Huyendo de los disparates de la Navidad, que me desesperan, he venido a parar a este humilde y soleado paraíso turístico, pintado y repintado de mil colores inocentes:

En realidad, la Isla de Gorèe, que sólo tiene 17 hectáreas de superficie, no es una isla sino un islote, anclado en aguas del Atlántico, a unos tres kilómetros de Dakar, la capital de Senegal. En 1978, este pedacito de tierra fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Y quiero que mis lectores sepan por qué, si no lo saben ya:

Gorèe fue descubierta por portugueses en 1444. Y, bajo bandera portuguesa, antes de que llegaran los franceses, aquí se construyó en 1536 una primera Casa de Esclavos, que no es la que aparece en la foto. Ésta, históricamente más importante, conservada como museo por la UNESCO, la construyó un holandés en 1776, para dar continuidad, a lo grande, al espantoso comercio de seres humanos -¡más de veinte millones!- que durante tres siglos fueron a parar a Estados Unidos, al Caribe, a Brasil, cuando no eran arrojados al mar, como basura, por muerte o enfermedad, o por castigo, durante la travesía...

Todavía hoy, visitando esa Casa de Esclavos de la foto, uno se horroriza. En la inquietante terraza de arriba, los traficantes cerraban sus acuerdos de compra-venta. Las escalinatas curvas servían de pasarelas para exponer y ofrecer la mercancía viva: las mujeres valían más que los hombres, dependiendo de la salud, de los pechos y de la dentadura; los niños ni siquiera tenían nombre propio; los hombres debían pesar más de 60 kilos... Los seleccionados y vendidos eran conducidos por el túnel oscuro de abajo -"El lugar de donde no se regresa"- hacia el infierno. La estrecha puerta del fondo, que daba y da al mar, era así, estrecha, para que, como en las plazas de toros, o como en los mataderos, los cuerpos no se amontonaran, creando problemas y peligro, y tuvieran que pasar de uno en uno, brutalmente controlados...

Ya en la playa, los esclavos eran transportados en botes, como si fuesen sacos de arena contaminada, hasta los barcos negreros que se los llevarían para siempre, apretados en las bodegas inmundas como sardinas en lata. Terrible.

Pero más terrible es la lección que he aprendido, sin querer, en estas vísperas de Navidad: en el siglo XXI, Tercer Milenio, sigue habiendo "exportación" de esclavos. Y las diferencias de ayer a hoy, en ese tráfico de seres humanos, después de tantísimos años, no han sido para mejor, en ningún sentido. Ahora son los propios africanos los que se van al infierno por iniciativa propia, aunque iniciativa y voluntad no sean la misma cosa. Ahora se siguen yendo desde donde se iban -desde la misma Gorèe, o desde muy cerca de aquí. Ahora no se van por puertas estrechas, sino por un litoral inmenso, abierto a los cuatro vientos y al mar de siempre. Ahora no se llevan a los más "salvajes", sino que se marchan los más y mejor preparados. Ahora no se van en pesados barcos negreros, que conseguían llegar a América, sino en frágiles cayucos que se hunden antes de llegar a Canarias... Este mundo, y la historia de este mundo, son una vergüenza.

domingo, 21 de diciembre de 2008

LA ÚLTIMA CENA

Después de tres lustros sin verse, sin hablarse, sin escribirse, apenas se conocían... Tomás y Eusebio, los dos hermanitos nacidos en el Extranjero, seguían viendo fotos del pasado y haciendo preguntas sobre el presente, sin interesarse por la fiesta que en la plaza se hacía cada vez más bulliciosa. Alicia (la madre) y doña Carmen (la abuela paterna) se fueron a la cocina, a preparar lo nunca visto en aquella casa tan grande y tan sola, desde hacía mucho tiempo: una cena de Navidad, que habría de servirse a deshora, alterando la rutina de toda la vida, para que coincidiera con el repique de las campanas y con la alegría de los creyentes, por el Nacimiento feliz del Niño Dios.

Se trataba de una experiencia cargada de tristeza inevitable, aunque el propósito de las dos mujeres fuese propiciar alegría, para poder celebrar algo que no estaba claro y que era difícil de explicar. ¿Por qué habrían de alegrarse con la sopa de fideos, si ambas sabían que existía el pavo relleno y el jamón serrano? ¿Qué podía celebrarse con vinito de la tierra, cuando era evidente que existía el champán?

Pero además tenían que sacar del baúl de los recuerdos el mantel blanco, más bien amarillo, salpicado de estrellas de todos los colores. Era el mantel que en el pasado había servido para servir otras felicidades que no habían perdurado. Eran las estrellas que, bordadas con hilos gruesos, tapaban las mil quemaduras de los mil cigarros fumados a destiempo y de mala manera.

Tenían que sacar la vajilla que ya no era una vajilla, sino el resultado de lo que habían sido dos siglos de altos y bajos, de suertes y desgracias, que iban de la porcelana china al plástico más ordinario, pasando por el vidrio más engañoso.

Emilio (marido de Alicia, padre de los niños) se quedó con su padre, Damián, en el cuarto de los violines, del gramófono, del busto de Beethoven, de los atriles, batutas, misales, partituras, diccionarios, enciclopedias, bastones, sombreros, gorras, discos de ópera, de zarzuela...

-¿No tienes nada que contarme? -le preguntó Emilio al viejo, después de un largo silencio, sin saber cómo desandar los quince años de ausencia.
-¿Y qué quieres que te cuente? -preguntó Damián como respuesta, arisco, sin emoción y sin entrar al trapo.
-De ti, de mamá...
-¡A buenas horas!
-¿No te alegras de vernos?
Damián desvió la mirada y se quedó mirando la nada del zaguán.
-¿Y a tus nietos? ¿Cómo ves a tus nietos? -insistió Emilio.
-No los entiendo.
-¿Ni en español?
-No, me refiero a lo que piensan, a lo que quieren.
-Son niños.
-Son de un mundo que a mí se me escapó.
-¿Qué le pasa al mundo? -quiso saber Emilio.
-Está al revés -dijo Damián-. Ha cambiado tanto, que hemos vuelto a tener rey: un rey que escribe con la mano izquierda y que lleva el reloj en la derecha. Antes se emigraba, y ahora vienen los turistas. Éramos un pueblo de flacos, que se morían de tuberculosis, y ahora somos un pueblo de gordos que para perder peso y no morirse de infarto se pasan las horas corriendo y sudando por calles y caminos. Nos moríamos de sed, porque no había más agua que la que venía del cielo, y no venía nunca, y ahora resulta que la sacan del mar, que siempre estuvo ahí, azul, llenito, sin que nadie supiera cómo quitarle la sal. Los forasteros se quedan con las Islas, y nosotros, que siempre fuimos los dueños, nos quedamos sin tierras y nos hacemos camareros. La gente se vestía bien, de forma decente, para ir a misa y a los entierros. Y ahora no. Ahora usan el terno y la corbata para ir al fútbol. Y a la iglesia y al cementerio van con esa ropa de locos que llaman chándal. Vuelve el gusto por la tradición, pero es la Coca-Cola la que patrocina todo. ¡Una lástima!
-Es la vida moderna, padre.
-¡Un carajo!
-¿Es un carajo la democracia que están montando?
-¡¿Democracia?! ¿Democracia es darle el poder a los oportunistas y a los fracasados? ¿Democracia es dividir, en vez de sumar?
-Democracia es darle al pueblo la oportunidad de equivocarse.
-Pues aguarda y verás.
-¿Qué vamos a ver?
-Vamos a ver el fin de España.
-España no se acaba.
-Se está acabando. La ETA sigue en la calle, matando, que no para de matar, y sin embargo hay gente que ya no dice España, sino Estado. Y estamos empezando...
-Fue Franco el que inventó eso de decir Estado -puntualizó Emilio.
-Pero ahora lo dicen para decir otra cosa -replicó Damián.

Cuando la cena ya estaba lista, y las truchas (pasteles típicos) y las rapaduras preparadas, Alicia llamó a Emilio para que fuera a ver la disposición de la mesa, en el viejo comedor, y para que opinara sobre la forma de colocar los regalos. Ella sabía lo que tenía que hacer con la pulsera de la suegra y con las cosas de los niños. Pero, ¿qué hacía con la placa de plata que le habían llevado a Damián, como recuerdo de su jubilación? ¿La ponía sobre la servilleta, o se la daban después, a la hora de los postres y los brindis?

-Se la damos al final -dijo Emilio.

Y entonces llamaron a los niños y fueron tomando asiento, de modo que las cabeceras de la mesa quedaran libres, para Carmen y para Damián. Pero Damián había subido a la planta de arriba, y Alicia fue a decirle que bajara. Y no bajó, porque se había metido en la cama, dejando trancada por dentro la puerta del dormitorio, con la antiquísima y pesada llave.

sábado, 20 de diciembre de 2008

EURODIPUTADOS

A los afiliados más incómodos (generalmente los más preparados y valiosos) los partidos políticos españoles los convierten en eurodiputados. Los mandan a Bruselas, para quitárselos de encima, como si Bruselas fuese una especie de destierro lejano. Embajadores en el Purgatorio. Y así, la democracia hispana, tan necesitada de talentos, avanza sin pausa por la vereda de la mediocridad. El mundo al revés. No mejora la política nacional, porque la controlan cada vez más los más impresentables, y no mejora la política comunitaria porque los eurodiputados se sienten subestimados.

Los ciudadanos (los votantes) tendrían que reflexionar sobre lo que estoy diciendo. Pues, con los mismos representantes, si fuesen mejor aprovechados y más respetados, podríamos tener una España más soportable y una Europa más europea. Aquí se elevaría el listón del conocimiento y la dignidad, y en el continente habría más entendimiento y más unidad.

Lo de aquí es fácil de entender con la simple comparación de algunos nombres y de algunas fotografías. Y lo continental también podría entenderse si se tiene en cuenta que la Unión Europea no es otra cosa, en la práctica, al fin y al cabo, que el resultado de la relación personal cultivada durante años y años, por eurodiputados y mandatarios en general, en los pasillos de Bruselas.

Cada vez que un nuevo eurodiputado llega por primera vez a la capital de Europa, la Unión Europea vuelve a reinventarse. Cada vez que un veterano eurodiputado abandona Bruselas, el tesoro de la comprensión y del entendimiento en el Viejo Continente se tira un poco a la papelera...

Hay eurodiputados que, por el bien de Europa, jamás deberían abandonar el Parlamento Europeo. Pues, teniendo a veces origen provinciano, han llegado a tener verdadera conciencia continental -a conocer, entender y asumir la compleja realidad de todos los rincones de la Patria Grande, que es grande porque es diversa, milenaria y políglota.

Y hay eurodiputados que, sirviendo a Europa, han conocido en persona a los líderes de medio mundo, y han aprendido a entreabrir las puertas del mundo entero. ¿Para qué sirven esas experiencias colosales, si se pierden a la vuelta de cualquier estupidez electoral? ¿Cómo se "archiva", en democracia, ese saber intransferible?

jueves, 18 de diciembre de 2008

MENTIRAS NAVIDEÑAS

De nuevo, y a pesar de la crisis, las ciudades se iluminan, los escaparates se abarrotan, la gente pierde la cabeza comiendo, bebiendo, regalando cosas, mandando mensajes empalagosos a los amigos y a los enemigos. Los pobres quieren cenar como los reyes. Los reyes y los presidentes salen por televisión con sus nietitos. A los niños de toda clase y condición los intentan engañar, diciéndoles que Dios está a punto de nacer, que los Reyes Magos están a punto de llegar, que Papá Noel está llegando cargado de chatarra electrónica...

Pero los niños de ahora no son idiotas. Ahora, los bebés nacen sabiendo que no puede haber un Dios que pueda nacer cada doce meses, como si nunca hubiese nacido. Antes de saber hablar ya saben que los Reyes Magos son tres jardineros disfrazados por el ayuntamiento. No se tragan la trola de Papá Noel porque aprenden informática sin que nadie les enseñe.

Mientras sus padres y abuelos se ahítan de turrones, creyendo que con dulces se cura la maldad, los niños del tercer milenio ya no tienen dudas sobre la verdad verdadera. Para ellos es evidente que no son los Reyes Magos, ni Papá Noel, los que reparten la felicidad por encima del bien y del mal. Ahora, el que reparte a su manera lo bueno y lo malo se llama Isidoro Álvarez Álvarez, el hombre reservado y metódico, austero, astuto, calculador, nacido en Borondes, que preside El Corte Inglés.

A Isidoro Álvarez no lo ponen en los belenes, ni lo sacan en las carrozas el Día de Reyes. Pero es él, sin dar entrevistas ni dejarse fotografiar, el que resolvió el problema de llevar la ilusión a todas partes. En vez de hacer el reparto en camellos, o en trineo, cosa del todo imposible, lo que Isidoro hizo fue llenar el mundo de comercios, para que no haya nadie que no tenga un gran almacén, una óptica, un supermercado, una joyería, lo que sea, al lado de su casa.

He dicho ilusión y he dicho bien. Pues otro de los inconvenientes del marketing de los Reyes Magos y de Papá Noel es que quien no recibe regalos -la mayoría- no recibe nada y se siente desgraciado. Y en los establecimientos de Isidoro Álvarez, en cambio, todo el mundo puede entrar: si tiene dinero o tarjeta de crédito, compra; y si no tiene, puede ilusionarse viendo y tocando, de verdad, lo que no compra...

"Yo empecé desde abajo" -suele decir Isidoro Álvarez, cuando, alguna vez, tiene que explicar que no vino de Oriente, ni de Laponia, sino de Asturias patria querida.

lunes, 15 de diciembre de 2008

ZAPATOS Y LIBERTAD

domingo, 14 de diciembre de 2008

¿OCASO DE EE.UU.?

La pregunta podría hacerse
como resultado de una larga exposición de motivos.
Pero yo la hago sin rodeos:

¿Los Estados Unidos de América
pueden seguir liderando el mundo,
después de la catastrófica presidencia
de Bush, después de hundir el sistema
financiero internacional, después de
que un estafador como Bernard Madoff
robara millones y millones de dólares,
durante años y más años, sin que nadie
lo metiera en la cárcel?

¿Con qué argumentos se puede seguir
defendiendo la idea de un país serio,
creíble y respetable?

sábado, 13 de diciembre de 2008

CALLEJÓN DEL MIEDO

La primera puerta, a la izquierda, no es exactamente una puerta. Es una ventana que hacía juego con la de allá (presten atención a la vidriera que las dos tienen en lo alto...), pero a la que le abrimos y articulamos la parte de abajo, para poder salir por ella en momentos de conmoción familiar. O sea: para no encontrarnos en el zaguán (puerta principal), cuando no estábamos a bien con ellos, con los tíos y primos que vivían en el mismo caserón.

Sé lo que digo, porque detrás de esa puerta-ventana, o ventana-puerta, fue donde yo nací un 16 de diciembre de un año maldito que no quiero recordar...

Los cantos de piedra que forman la esquina, ahora cuidadosamente puestos al descubierto, me resultan extraños porque siempre habían estado tapados por centenarias camadas de cal. El paredón blanco de la derecha era feo y amarillento, terroso, con una puerta enorme y destartalada que dejaba ver un "patio atrás" empobrecido. La casa del fondo, de dos pisos, antiguamente de color chocolate, era de "las niñas de don Eligio", dos hermanas sesentonas, solteras, venidas a menos en lo económico, que la vendieron por trozos, por delante y por detrás, a gentes con dinero llegadas de lejos, que la restauraron. El primoroso adoquinado, fruto del delirio turístico, ofende mi memoria porque vino a sustituir al áspero empedrado donde se perdieron los pasos de mi niñez.

Esa callejuela, ahora tan blanca y aseada, se llama Callejón del Miedo porque metía miedo, por lo fea, húmeda, ventosa, oscura y solitaria que era, y porque, al doblar en ángulo recto hacia la izquierda, podía ser un lugar perfecto para llevar a cabo cualquier atraco real o imaginado.

Sí. Nací en el año de la Incertidumbre, detrás de una ventana que no es puerta ni ventana, en la casa señalada con el número 1 (¡la uno, la primera!), del Callejón del Miedo, de un pueblo castellano con castillo y todo, asentado por alguna equivocación geográfica, histórica, en una isla que sigue flotando a la deriva en el Atlántico... Nadie es quién es, ni cómo es, por casualidad.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

BLAGOJEVICH

Les molesto con esta nota, queridos lectores, para hacerles saber que hoy es el cumpleaños (52) de este muchacho que dice llamarse Milorad "Rod" R. Blagojevich, ex repartidor de pizzas, ex lavaplatos, actual gobernador de Illinois, detenido por corrupción hace poco más de veinticuatro horas.

Blagojevich es el segundo gobernador norteamericano descendiente de serbios. El primero fue George Voinovich, en Ohio. Pero en eso no está la gracia. La gracia está en ser un gobernador corrupto con mando en Chicago. ¡Chicago! ¿Se acuerdan de las películas de polis y bandidos? Pues parecido, pero no durante la crisis del 29, sino en la de 2008. Hasta el nombre del hombre tiene algo de cinematográfico. Y no me refiero al "Rod", sino a la R., que no significa nada, aunque tenga punto, porque sólo es un homenaje al padre del susodicho, que se llamaba Radisa.

En todo caso, que nadie se preocupe. Mi intención no es contar aquí, con el frío que hay en Madrid, la interminable lista de pecados de un gobernador con vocación de gángster. Lo que quiero es llamar la atención para dos cosas que no deben pasar desapercibidas: la primera, que en todas partes cuecen habas; la segunda, el increíble parecido ético y estético de Blagojevich con los políticos que en España también han caído en la tentación, en los últimos tiempos... ¿De qué conocemos aquí esa misma sonrisa, ese mismo peinado, esa forma de vestir, esos mismos gestos atrevidos, desproporcionados y vulgares?

lunes, 8 de diciembre de 2008

STEFAN ZWEIG

Sin saber que yo ya la tenía, un amigo me manda una fotografía de la Casa de Stefan Zweig, de Petrópolis ("Si el paraíso existe en algún lado del planeta, no podría estar lejos de aquí"). Y la foto me empuja, por algún motivo, por enésima vez, a releer El mundo de ayer, la autobiografía que el propio autor no llegó a ver publicada, porque se publicó en 1944, dos años después de que él y su segunda esposa, Charlotte Elisabeth Altmann, se suicidaran de aquella manera tan espantosa, atormentados por la creencia de que el nazismo se extendería por los cinco continentes:

"Escribo en plena guerra, en el extranjero y sin nada que ayude a mi memoria. En mi habitación de hotel, no dispongo de un solo ejemplar de mis libros, ni de apuntes, ni de una carta de amigo. No puedo ir a buscar información a ninguna parte porque la censura ha interrumpido o ha puesto trabas a la correspondencia en todo el mundo."

"Para mí, el axioma de Emerson, según el cual los buenos libros sustituyen a la mejor universidad, no ha perdido vigencia, y sigo convencido hasta hoy de que se puede llegar a ser un extraordinario filósofo, historiador, filólogo, jurista y cualquier otra cosa sin tener que ir a la universidad, ni siquiera al instituto."

"
La guerra del 39 tenía un cariz ideológico, se trataba de la libertad, de la preservación de un bien moral; y luchar por una idea hace al hombre duro y decidido. La guerra del 14, en cambio, no sabía de realidades, servía todavía a una ilusión, al sueño de un mundo mejor, justo y en paz. Y sólo la ilusión, no el saber, hace al hombre feliz."

"
La gente pudo volver a comer hasta la saciedad, a sentarse ante el escritorio sin ser molestado, no hubo saqueos ni revolución. La gente vivía, sentía correr la sangre por sus venas. Mirándolo bien, ¿no era una buena ocasión para volver a experimentar el placer de los años jóvenes y marcharse lejos?"

"
Ni la Roma de Suetonio había conocido unas orgías tales como lo fueron los bailes de travestíes de Berlín, donde centenares de hombres vestidos de mujeres y de mujeres vestidas de hombres bailaban ante la mirada benévola de la policía."

"
Obedeciendo a una ley irrevocable, la historia niega a los contemporáneos la posibilidad de conocer en sus inicios los grandes movimientos que determinan su época. Por esa razón no recuerdo cuándo oí por primera vez el nombre de Adolf Hitler."

"
Una impresión no menos importante, una promesa no menor, supuso para mí Brasil, este país generosamente dotado por la naturaleza de la ciudad más bella del mundo, este país con un espacio inmenso que ni los ferrocarriles ni las carreteras, ni siquiera los aviones, podían recorrer todavía de cabo a rabo. Aquí el pasado se ha conservado con más esmero que en la misma Europa; aquí, el embrutecimiento que trajo consigo la Primera Guerra Mundial no ha penetrado todavía en las costumbres, en el espíritu de las naciones; aquí los hombres viven más pacífica y educadamente que entre nosotros, menos hostil que entre nosotros es el trato entre las diferentes razas; aquí el hombre no ha sido separado del hombre por absurdas teorías de sangre, raza y origen; se tenía el singular presentimiento de que aquí todavía se podía vivir en paz; aquí el espacio, por cuya mínima partícula luchaban los estados de Europa y lloriqueaban los políticos, estaba preparado, en una abundancia inconmesurable, para recibir el futuro; aquí la tierra esperaba todavía al hombre para que la utilizara y la llenara con su presencia; aquí se podía continuar y desarrollar en nuevas y grandiosas formas la civilización que Europa había creado. Con ojos felices ante las mil formas de la belleza de aquella nueva naturaleza, vi el futuro."

"
Pero toda sombra es, al fin y al cabo, hija de la luz y sólo quien ha conocido la claridad y las tinieblas, la guerra y la paz, el ascenso y la caída, sólo éste ha vivido de verdad."


miércoles, 3 de diciembre de 2008

PARADOS

Según datos oficiales (...), en España hay ahora mismo tres millones de parados. ¡Tres millones, tres, de condenados a una muerte lenta y silenciosa! Tres millones de desesperados que comparten su abismo existencial -su Guantánamo- con los diez o doce millones de allegados que tienen a su cargo.

Si el paro no fuese una especie de muerte disimulada, no sería tan paralizante. Cuando se advierte esa realidad puede sentirse miedo. La advertimos al ver la facilidad con que se movilizan las masas para defender en la calle las ideas más peregrinas o los derechos más utópicos, y no ver a nadie que se movilice en defensa de la multitud que se quedó sin aliento social.

No se moviliza nadie, ni se movilizan los propios parados. Ellos tienen todos los motivos imaginables para salir a la calle y romper el mundo. Pero no salen. Están paralizados. Casi muertos. Muertos. Tan muertos, que no son capaces ni de calcular el poderío de su fuerza oculta: tres, cuatro, cinco millones de humillados, furiosos, cercando con pancartas gigantes el palacio de La Moncloa, los rascacielos de los sindicatos, las Cortes, un miércoles cualquiera, a la hora del almuerzo, que es la hora en que Zapatero y Rajoy se insultan en el hemiciclo.

Sindicatos. ¿Qué son los sindicatos en este país de nuevos ricos y de banqueros protegidos con caudales públicos? Son organizaciones vegetales que dicen defender "a los trabajadores", y no a los parados. Son máquinas burocráticas que sirven para mantener burócratas gordos y cansados, dedicados a frecuentar sin corbata -qué gracia- los recintos del poder y del dinero, cuando hay banquetes o fotógrafos.

¿Y el Ministerio? El Ministerio, que también se dice de Trabajo, y no de Empleo, es una ficción política gobernada por un político mediocre que, por ser sin ser, y sin estar, no merece que se le tenga en cuenta.

De ahí para arriba, todo es falso para quienes están en el paro: democracia, justicia social, derechos y obligaciones, octava potencia, unión europea, patria amada...

Es cierto que estamos metidos en una espeluznante crisis financiera internacional. Pero no es de recibo aprovechar esa crisis para ocultar el cáncer del paro en España. Aquí, desde la Transición, nunca hubo menos de dos millones de parados. Ni la Constitución, ni los mandatarios que hemos tenido, ni los que tenemos, han servido o sirven para remediar la tragedia: universidades que son fábricas de parados depresivos; leyes que expulsan de la vida laboral, sin piedad, a todo aquel que se atreva a cumplir cuarenta años de edad.

No han sido los salvajes de ETA, sino el paro, con infinita diferencia, el que ha matado a más españoles después del fallecimiento del dictador gallego.

martes, 2 de diciembre de 2008

VENECIA INUNDADA

Los medios de comunicación nos hablan de
inundaciones, todos los días, en todas partes.
La lluvia se lleva por delante pueblos enteros.
Los ríos se empeñan en recuperar las orillas que les robaron.
Y el resultado suele ser un rastro de desolación.
Pero cuando es Venecia la que se inunda,
el dolor va más allá y se parece a la muerte.
Es como si la humanidad entera se ahogara.