jueves, 18 de diciembre de 2008

MENTIRAS NAVIDEÑAS

De nuevo, y a pesar de la crisis, las ciudades se iluminan, los escaparates se abarrotan, la gente pierde la cabeza comiendo, bebiendo, regalando cosas, mandando mensajes empalagosos a los amigos y a los enemigos. Los pobres quieren cenar como los reyes. Los reyes y los presidentes salen por televisión con sus nietitos. A los niños de toda clase y condición los intentan engañar, diciéndoles que Dios está a punto de nacer, que los Reyes Magos están a punto de llegar, que Papá Noel está llegando cargado de chatarra electrónica...

Pero los niños de ahora no son idiotas. Ahora, los bebés nacen sabiendo que no puede haber un Dios que pueda nacer cada doce meses, como si nunca hubiese nacido. Antes de saber hablar ya saben que los Reyes Magos son tres jardineros disfrazados por el ayuntamiento. No se tragan la trola de Papá Noel porque aprenden informática sin que nadie les enseñe.

Mientras sus padres y abuelos se ahítan de turrones, creyendo que con dulces se cura la maldad, los niños del tercer milenio ya no tienen dudas sobre la verdad verdadera. Para ellos es evidente que no son los Reyes Magos, ni Papá Noel, los que reparten la felicidad por encima del bien y del mal. Ahora, el que reparte a su manera lo bueno y lo malo se llama Isidoro Álvarez Álvarez, el hombre reservado y metódico, austero, astuto, calculador, nacido en Borondes, que preside El Corte Inglés.

A Isidoro Álvarez no lo ponen en los belenes, ni lo sacan en las carrozas el Día de Reyes. Pero es él, sin dar entrevistas ni dejarse fotografiar, el que resolvió el problema de llevar la ilusión a todas partes. En vez de hacer el reparto en camellos, o en trineo, cosa del todo imposible, lo que Isidoro hizo fue llenar el mundo de comercios, para que no haya nadie que no tenga un gran almacén, una óptica, un supermercado, una joyería, lo que sea, al lado de su casa.

He dicho ilusión y he dicho bien. Pues otro de los inconvenientes del marketing de los Reyes Magos y de Papá Noel es que quien no recibe regalos -la mayoría- no recibe nada y se siente desgraciado. Y en los establecimientos de Isidoro Álvarez, en cambio, todo el mundo puede entrar: si tiene dinero o tarjeta de crédito, compra; y si no tiene, puede ilusionarse viendo y tocando, de verdad, lo que no compra...

"Yo empecé desde abajo" -suele decir Isidoro Álvarez, cuando, alguna vez, tiene que explicar que no vino de Oriente, ni de Laponia, sino de Asturias patria querida.

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