miércoles, 3 de diciembre de 2008

PARADOS

Según datos oficiales (...), en España hay ahora mismo tres millones de parados. ¡Tres millones, tres, de condenados a una muerte lenta y silenciosa! Tres millones de desesperados que comparten su abismo existencial -su Guantánamo- con los diez o doce millones de allegados que tienen a su cargo.

Si el paro no fuese una especie de muerte disimulada, no sería tan paralizante. Cuando se advierte esa realidad puede sentirse miedo. La advertimos al ver la facilidad con que se movilizan las masas para defender en la calle las ideas más peregrinas o los derechos más utópicos, y no ver a nadie que se movilice en defensa de la multitud que se quedó sin aliento social.

No se moviliza nadie, ni se movilizan los propios parados. Ellos tienen todos los motivos imaginables para salir a la calle y romper el mundo. Pero no salen. Están paralizados. Casi muertos. Muertos. Tan muertos, que no son capaces ni de calcular el poderío de su fuerza oculta: tres, cuatro, cinco millones de humillados, furiosos, cercando con pancartas gigantes el palacio de La Moncloa, los rascacielos de los sindicatos, las Cortes, un miércoles cualquiera, a la hora del almuerzo, que es la hora en que Zapatero y Rajoy se insultan en el hemiciclo.

Sindicatos. ¿Qué son los sindicatos en este país de nuevos ricos y de banqueros protegidos con caudales públicos? Son organizaciones vegetales que dicen defender "a los trabajadores", y no a los parados. Son máquinas burocráticas que sirven para mantener burócratas gordos y cansados, dedicados a frecuentar sin corbata -qué gracia- los recintos del poder y del dinero, cuando hay banquetes o fotógrafos.

¿Y el Ministerio? El Ministerio, que también se dice de Trabajo, y no de Empleo, es una ficción política gobernada por un político mediocre que, por ser sin ser, y sin estar, no merece que se le tenga en cuenta.

De ahí para arriba, todo es falso para quienes están en el paro: democracia, justicia social, derechos y obligaciones, octava potencia, unión europea, patria amada...

Es cierto que estamos metidos en una espeluznante crisis financiera internacional. Pero no es de recibo aprovechar esa crisis para ocultar el cáncer del paro en España. Aquí, desde la Transición, nunca hubo menos de dos millones de parados. Ni la Constitución, ni los mandatarios que hemos tenido, ni los que tenemos, han servido o sirven para remediar la tragedia: universidades que son fábricas de parados depresivos; leyes que expulsan de la vida laboral, sin piedad, a todo aquel que se atreva a cumplir cuarenta años de edad.

No han sido los salvajes de ETA, sino el paro, con infinita diferencia, el que ha matado a más españoles después del fallecimiento del dictador gallego.

1 comentarios:

A las 3 de diciembre de 2008, 17:03 , Anonymous Anónimo ha dicho...

El número real de parados, muy probablemente ronde la cifra de 3.800.000, pues al paro registrado, esos 3 millones oficiales, hay que añadir los que ya agotaron las prestaciones por desempleo y no van a perder el tiempo y recibir una nueva dosis de frustración en la cola del paro. Ni se contabilizan tampoco los que están haciendo algún cursito, ni los buscadores de primer empleo que saben, por experiencia familiar, que en el INEM, o como coño se llame ahora, sólo hay funcionarios para sellar papeles y no para ayudarles a encontrar una ocupación laboral. Conozco el caso de un profesor universitario que fue llamado para un puesto de trabajo como cuidador de comedor en una guardería... por supuesto que fue rechazado por el centro, a pesar de la pinta de abuelete que tenía.

 

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