miércoles, 19 de noviembre de 2008

MARAVILLA MARAVILLOSA

Ayer se inauguró la obra maestra, impresionante, de un creador sin corbata y despeinado, nacido en Felanitx, y llamado Miguel Barceló: la cúpula de la Sala de los Derechos Humanos, del Palacio de las Naciones Unidas, en Ginebra. Fueron 35.000 kilos de pintura, dos años de trabajo de un equipo de quince personas, y bastante incomprensión, por no decir ignorancia.

"He aprendido a cuidarme de los políticos" -ha dicho el artista. Pero eso no ha impedido que los políticos hayan bautizado su obra como "la Capilla Sixtina del siglo XXI", devaluándola con la torpe comparación. Ni ha impedido que otros, mezquinos, no hayan visto que se trata de una inteligente aportación de España, encaminada a influir más en el mundo, recuperando hasta cierto punto el prestigio de la ONU... en Europa.

De todas formas, la obra está donde está, para los que quieran emocionarse con ella. Y la definición verdadera es la del propio Barceló: "Se trata del mar, y de las cuevas del mar, al revés, con nosotros por debajo".

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