martes, 4 de noviembre de 2008

UN GENIO

Nadie diría, ni por su nombre tan frecuente (José Luis Gómez García), ni por su figura menuda, ni por su sencillez, que este vecino mío es un genio. Hay que mirarle a la cara, a los ojos, prestar atención a su expresividad, escuchar su voz llena de finos matices, o verlo sobre un escenario, para darse cuenta de que es uno de los mayores actores españoles de todos los tiempos.

En el barrio lo ven pasar metido en su gastada ropa vaquera, o tomando café en el bar de la panadería, y pocos son (el teatro es cosa de minorías...) los que perciben la proximidad de un gigante. Pero yo, que tengo la suerte de tenerlo tan cerca, y de conocerlo bien, no puedo evitar una especie de emoción cada vez que lo veo salir en su todoterreno verde y embarrado. Pues me consta que sale a representar con perfección lo que no es. Hoy puede ir a darle vida a un personaje de Kafka. Mañana puede ir a darle vida a un personaje de Calderón de la Barca.

José Luis Gómez, actual director del Teatro de La Abadía, nació en Huelva. Pero se formó en el Instituto de Arte Dramático de Westfalia, en Bochum, y en la escuela de Jacques Lecoq, en París. Recibió los primeros aplausos en los principales teatros de Alemania. Fue invitado a festivales internacionales como los de Basilea, Berlín, Frankfurt, Praga, Zúrich...

En 1971, como consecuencia de su encuentro con Jerzy Grotowski en Wroclaw, regresó a España. Y aquí produce, dirige y actúa en montajes como Informe para una Academia, de Kafka, y Gaspar, de Handke, recorriendo con ellos los escenarios nacionales y latinoamericanos. Su interpretación en La resistible ascensión de Arturo Ui, de Brecht, y su laureado papel protagonista en la película Pascual Duarte, de Ricardo Franco, llegan a producir asombro.

En 1978, tras estudiar en Nueva York con Lee Strasberg, se hizo cargo de la dirección del Centro Dramático Nacional con Nuria Espert y Ramón Tamayo. Y en 1980, de la del Teatro Español. Para contar todo lo demás habría que escribir una enciclopedia.

Solamente en el Teatro de La Abadía ha trabajado como director de escena en La paz perpetua, El Rey se muere, Defensa de dama, Mesías, Baraja del rey don Pedro, Entremeses (de Cervantes), Castillos en el aire, y Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte. Como actor, en Play Strindberg, El señor Puntila y su criado Matti, y Las sillas. Como director y actor, en Informe para una Academia, Memoria de un olvido, y Azaña, una pasión española.

Pero antes ya había intervenido en unas veinte obras, desde El pupilo quiere ser tutor, de Peter Handke, hasta Carmen, de Bizet, y en unas veinte películas, desde Pascual Duarte, de Ricardo Franco, hasta Teresa, el cuerpo de Cristo, de Ray Loriga.

Y en cuanto a premios, nacionales y extranjeros, la lista también pasa de los veinte -también sirve para uno sentirse honrado con la vecindad de un genio.

2 comentarios:

A las 5 de noviembre de 2008, 14:12 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Es verdad

 
A las 5 de noviembre de 2008, 19:15 , Blogger José Luis Gómez ha dicho...

Querido Alejo,

Me han emocionado tus palabras del blog, ya me gustaría que fuese cierto lo que dices. En esto, como en el resto de la vida, no hay más que caminar, caerse, levantarse y vuelta a caminar. Ahora estoy muy ocupado pero a partir de enero, que habré terminado una ópera que dirijo en el Liceu de Barcelona, estaré más libre y me gustaría conversar contigo un ratito. Gracias, de verdad gracias.
José Luis Gómez

 

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