LA DUQUESA ENAMORADA
La Duquesa, claro está, es la XVIII Duquesa de Alba. O, lo que viene a ser lo mismo, es María del Rosario Cayetana Alfonsa Victoria Eugenia Francisca Fitz-James Stuart y de Silva, una ancianita pintoresca, nacida en 1926, que, por las vueltas del destino, es la persona que por ahora posee más títulos de nobleza en todo el mundo: cinco veces duquesa, dieciocho marquesa, veinte condesa, condesa-duquesa y condestablesa, además de ser catorce veces Grande de España. Una reliquia.
Y ahí, sabiendo como sé de la mala salud de la viejecita, y de los dolores de cabeza que tiene con sus hijos y allegados, me quedé preocupadísimo. ¡¿Quién podría ser el novio?!
El novio -averigüé- no es un caballero salido de los resquicios de la Historia, ni un malvado prepotente y oportunista, capaz de tragarse tanto apellido y tanta falta de juicio por razones inconfesables. Es un oscuro funcionario, de 56 años, tímido tímido tímido, con cara de buena persona, vestido como para ir al supermercado, alto, delgado, soltero, relacionado de alguna manera con el mundo de las antigüedades.
¿Amor por amor al arte? Me instalé en la duda, para no caer en la risa ni el asombro. Y esperé a que surgiera una prueba de veracidad por alguna parte. Surgió, cuando La Duquesa fue a contarle a la reina Sofía los acelerones de su viejo corazón. Un encuentro como Dios manda, con hora marcada y periodistas, en el palacio de La Zarzuela...
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