viernes, 3 de octubre de 2008

UN CATACLISMO

Todo archipiélago es el resultado de algún estallido de la naturaleza -de alguna ruptura violenta del mundo. Lo unido y sepultado en las profundidades del mar salta por los aires, y al llegar a la superficie, y encontrar los días y las noches, se divide en peñascos que no se reconocen -que, iluminados por la luz del sol, se miran con desconfianza, y hasta con odio... ¿De dónde vino el dolor? ¿Quién se quedó con el origen? ¿Habrá más convulsión?

Lo que se rompió físicamente, geográficamente, casi nunca tiene fácil soldadura. No es por casualidad que los archipiélagos suelan ser paraísos de atraso y descomposición, cuando no de violencia. Sólo algunos, como el británico o el japonés, por ejemplo, después de mucha sangre y mucho sufrimiento, consiguieron sobreponerse a la maldición oceánica. Lo consiguieron recomponiendo la unidad con el castigo de sí mismos; llegando a la razón por la fuerza; manteniendo la razón con la identidad, la política, la cultura, el derecho y el progreso; inventando y reinventando la vida sobre el latido de los volcanes.

El Archipiélago Canario es un ejemplo al revés. Allí, si alguna vez hubo identidad, por evolución o por ocupación, ya no la hay. Y es casi imposible que la haya, porque en medio milenio de historia no surgieron los hombres, ni los grupos, capaces de representarla y defenderla. Hoy es difícil saber lo que significa ser canario. ¿Un canario podría ser un hijo de la casualidad? ¿Sería un nativo deslumbrado con la proximidad de África? ¿Sería un europeo que no consiguió llegar a las costas de América? ¿Es canario el residente que prolongó su estancia por razones turísticas, afectivas o especulativas?

Sin identidad (y tocar el timple no es identidad...) no hay norte vital. Y sin norte vital, la existencia se parece mucho a un naufragio. El escaso y delicado suelo insular puede maltratarse. Los derechos y las obligaciones pueden ser papel mojado. La riqueza puede ser la simple apropiación de lo ajeno...

El drama de Canarias se disimula con playas, carnaval y procesiones -con músicas alegres que arrastran letras tristísimas, de adioses y desencantos... Parece un drama de quitar y poner, pero es un drama profundo que acabará en tragedia.

El Archipiélago Canario, convertido en supuesta Comunidad Autónoma, es hoy una ficción histórica administrada por el oportunismo más soez. Quien tenga dudas al respecto puede hacerse cuatro preguntas: ¿Cuál es el Proyecto Político de esa Autonomía? ¿Cuál es el Proyecto Social? ¿Cuál es el Proyecto Cultural? ¿Cuál es el Proyecto Económico?

Nadie responderá con acierto y altura. No puede haber respuestas porque no hay Proyecto Político: ¿Independentismo? ¿Nacionalismo? ¿Insularismo? ¿Chantaje nacional y europeo? ¿Todo junto y revuelto, con agravios y sumisiones a la vez? Porque no hay Proyecto Social: ¿Proyecto Social es mantener la peor Sanidad Pública de España? ¿Es crear una Policía Autonómica para que actúe como cuerpo particular de represalia? Porque no hay Proyecto Cultural: ¿Proyecto Cultural son las Universidades que reparten diplomas que nadie considera más allá de Cádiz? Porque no hay Proyecto Económico: ¿Proyecto Económico son las eternas subvenciones? ¿Es ganar sin producir? ¿Es vivir del cuento turístico, que a su vez vive del cuento de Economías ajenas, lejanas e incontrolables?

Todo eso sigue siendo así de triste en las Islas Canarias, a la vuelta del Tercer Milenio, porque la Democracia cayó en manos de la mayoría menos preparada y más atrevida. Porque la Economía cayó en manos de nuevos ricos, sin densidad ética, ni estética, ni cultural.

Y sin embargo, las consecuencias del cataclismo canario podían haberse atajado, poco a poco, discretamente, inteligentemente, por la vía de una Prensa Responsable -por la vía de un Periodismo que fuese "formando e informando"; que, sin llegar a la utopía, fuese capaz de mantener un mínimo de lealtad con los lectores y oyentes, ciudadanos indefensos al fin y al cabo.

Eso estuvo a punto de suceder en un momento dado, que ahora no vale la pena recordar. Parece mentira. Pero es verdad: la Prensa de las Islas estuvo a punto de ser la representante y defensora del pueblo (de los lectores y oyentes) ante los poderes disparatados del Archipiélago... Y todo mudó, todo se invirtió y descompuso, y ahora es justo lo contrario. Ahora refleja sin pudor lo que a esos poderes conviene e interesa...

Ahora hay, en Canarias, medios de comunicación que se dedican, con el apoyo temerario de algunos poderes públicos, a dinamitar la convivencia, torpe pero pacífica, y a proponer modelos de "independencia" sacados del tercermundismo más aberrante. Y hay, también en Canarias, otros medios de comunicación que están encantados de que eso sea así. Pues así, reproduciendo con morbo lo que difunden sus competidores, también venden odio y ganan dinero...

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