lunes, 15 de septiembre de 2008

ENTRADA LIBRE

Iba yo, ayer, hacia Las Vistillas, para encontrarme con unos amigos en un conocido bar que frecuentamos de viejo cuando estamos todos en Madrid. La tarde, con el cielo alto y limpio de Castilla, con la temperatura indecisa entre el verano y el otoño, invitaba a pasear. Como además era domingo, los alrededores de la plaza de Oriente estaban llenos de vida y de gente: gentes de todas partes, turistas, carteristas, músicos, vendedores de sueños...

Para avanzar por la calle de Bailén hacia la catedral de La Almudena, hacia el puente de la calle de Segovia, tengo que abrirme paso dando codazos. Lo mismo le sucede a un joven distinguido que lleva de la mano a un niño robusto y dicharachero, sin duda su hijo. Unas veces los adelanto y otras veces me adelantan. Mientras tanto me entero de lo que van hablando, porque el ruido que hacen los transeúntes los obligan a conversar en alta voz. El niño quiere saber todo, sobre todo lo que ve. Y el padre le responde con afectuosa sabiduría: una lección magistral, en lenguaje infantil, sobre Historia, Arquitectura, Urbanismo, Paisajismo, Sociología, Política, Religión...

Llegamos a la altura de la puerta de servicio del Palacio Real, que está entreabierta. Lo poco que por ella puede verse fascina al niño preguntón. Pero no hay forma de entrar. La entrada está impedida por un letrero azul y una cadena de escasa consistencia.

-¿Y por qué no se puede entrar? -pregunta el niño, desconsolado.
-Porque no es hora de visitas -le responde el padre.
-¿Y el rey? ¿El rey podría entrar, ahora mismo?
-El rey siempre puede. Es el rey...
-¿Y la familia del rey?
-También. También puede -le dice el padre, después de pensarlo un poco.
-Entonces, para Leonor no habría problemas, ¿verdad?
-Ninguno. La infanta podría ser reina de España algún día. Podría vivir aquí, en ése caso, si quisiera.
-¿Y si yo me casara con ella, qué pasaría? ¿Me dejarían entrar?

Ahí, el padre amable no supo qué contestar. Fingió no haber oído la pregunta, y, desconcertado, arrastró al niño hasta perderse con él entre la multitud.

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