viernes, 12 de septiembre de 2008

EL HOTEL MÁS ANTIGUO

Decía Camilo José Cela, con un poco de exageración y de malicia, que en España hay dos ciudades: Santiago y Salamanca. "Lo demás son campamentos".

Yo no estoy seguro de que eso sea así. Pero sí me atrevo a decir que la Plaza del Obradoiro está entre las cuatro o cinco plazas más bonitas (más impresionantes) del mundo. Y tal vez sea por eso que, cuando puedo, voy a pasar las Navidades en Santiago de Compostela. ¡Del 20 o 22 de diciembre al 7 u 8 de enero, en la Plaza del Obradoiro, en el hotel más antiguo del mundo! ¿No es una buena idea?

Se calculaba que ya podrían ser 500.000 los peregrinos que cada año llegaban a Santiago: "Gentes de diversas naciones y extrañas lenguas". El Camino de la Perdonanza era un río de pecadores y penitentes. Los nobles y monarcas europeos mandaban caros regalos al Apóstol y a la Catedral, como el de "las dos mayores campanas que se pudieran hacer y que no las hubiera mayores". Fue entonces, en 1488, sin ultimar todavía la conquista de Granada, sin esperar por el descubrimiento de América, cuando los Reyes Católicos decidieron hacer la regia peregrinación que les permitió conocer de cerca la realidad compostelana: multitudes durmiendo en la calle; un Hospital viejo que no atendía las necesidades de los peregrinos... Era urgente y necesario construir un nuevo hospital "capaz de dar cumplido y decoroso servicio a todos los devotos, enfermos y sanos (...), que a la ciudad llegaren".

El dinero salió de las "rentas de guerras" obtenidas con la toma de Granada. El administrador fue Hernando de la Vega. Y el arquitecto, Enrique Egas. Pero los reyes no se desentienden del proyecto (adivinen por qué) y opinan y deciden sobre casi todo: que los muros sean "bien cimentados y muy recios", que "se pongan las armas reales en alabanza y gloria de Dios, de la Virgen y del Apóstol", "que haya agua en fuentes y patios", "que se hagan muchas chimeneas".

Durante diez años, un ejército de artistas y artesanos hicieron patios, fuentes, gárgolas, artesonados, verjas, altares, vidrieras... Y los primeros enfermos y peregrinos entran en el Real Hospital en 1509, para ser atendidos como Dios manda "en más de media docena de idiomas de los de Europa". Hay una tabla de yeso en que se escribe lo que el médico ordena que se debe comer. Todos los ministros y dependientes seculares tienen la obligación de rezar cinco veces al día el Pater Noster. La ropa de cama -un lujo- se muda cada ocho días en verano y cada quince en invierno. Cuando la ciencia no alcanza a remediar tanto enfermo y tanta enfermedad, se recurre a la gracia del Apóstol, que es infinita...

Después, poco a poco, durante siglos, fueron apareciendo las penurias y los malos tiempos. Tuvo que llegar 1958 para que el Instituto Nacional de Industria convirtiera en magnífico Hostal -Hostal de los Reyes Católicos- lo que siempre había sido Hospital y Hostería. Ahora, "el hotel más antiguo del mundo" quita el hipo con su doble carga de arte y de historia, y con su localización maravillosa, aunque no sea, por culpa y desgracia del turismo de masas, el hotel más refinado del planeta.

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