lunes, 27 de octubre de 2008

LA MUERTE DE UN PATRÓN

Hace pocas horas que falleció José María Cuevas, el hombre "aparentemente frío, distante, serio y duro". Tenía sólo 73 años de edad. Pero nadie lo diría, porque su vida fue tan intensa que parece mentira que pudiera hacer tantas cosas en tan poco tiempo. Hizo, ni más ni menos, que la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), que ayudó a fundar en 1977, y de la que fue secretario general, primero, y presidente después, hasta febrero de 2007.

Sin la CEOE, en España no habría la democracia que hay, ni el progreso económico que hay... Alguien, alguna vez, explicará el porqué con detalle. Y entonces se comprenderán en su exacta medida los méritos de Cuevas -la colosal capacidad para modernizar y democratizar un empresariado salido de las sombras del franquismo...

Reconozco que nunca consideré a José María Cuevas un hombre simpático. Pero admito, en cambio, que me enseñó muchas cosas, cuando él era secretario general de la CEOE y yo era secretario general de la CCE. Me enseñó, por ejemplo, a "negociad siempre, y cuando la negociación se vuelva imposible, seguid negociando".

Aunque nació en Madrid, José María Cuevas tenía la personalidad recia y disciplinada de los que vienen de Palencia. Yo venía de las incertidumbres del Atlántico. Decirle el último adiós, hoy, es como decir que España vuelve a parecerme distante.

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