martes, 11 de noviembre de 2008

CAYUCOS

El mundo anda revuelto porque una cuadrilla de especuladores que no ha ido a la cárcel hizo fortunas inmensas vendiendo hipotecas imposibles. Se reúnen los Gobiernos para intentar gobernar lo ingobernable. Se presta montañas de dinero público, suyo y mío, a los prestamistas privados...

Y, mientras tanto, los cayucos cargados de moribundos no paran de llegar a las costas canarias y andaluzas. Moribundos africanos que, huyendo de su propia realidad, se juegan la poca vida que les queda para encontrar, cuando no mueren por completo en la travesía, la más terrible de las decepciones.

¿Por qué? ¿Por qué huyen en cayucos, de esa forma tan cruel, si es mucho más barato, e infinitamente más cómodo, viajar en avión o en barcos decentes?

Viajan como viajan porque no son respetados ni tratados como seres humanos. Porque no tienen, como usted o como yo, derecho a tener un pasaporte o a comprar un simple billete común.


La desigualdad básica es tan brutal, que no sólo trastorna a los que se sienten "invadidos". También desquicia a los que "invaden". Cuando no son devueltos a sus lugares de origen (como esclavos que retornan castigados a la tierra irredenta) los africanos que se quedan deambulando por las calles y plazas de la Europa indiferente no tardan en encontrar, con más o menos suerte, las luces del Derecho. Descubren que existe la ley, el trabajo, la salud, la vivienda. Y empiezan a reclamar lo que humanamente merecen al país que los acoge o tolera. Pero nunca jamás se plantan en las escalinatas de sus consulados y embajadas...

Lo que quiero decir es que el mal no está en la llegada. Está, más bien, en la partida. De poco sirve presionar a los gobernantes democráticos europeos, si no se presiona a los corruptos mandatarios africanos. Un simple transeúnte europeo, o un enfermero caritativo, no puede hacer más por los que llegan que un embajador africano que aquí resida. O lo decimos claro, o el círculo vicioso no tendrá fin.

Piensen: ¿Ha visto alguien, alguna vez, a un diplomático africano socorriendo a un inmigrante compatriota suyo, vivo o muerto?

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