sábado, 5 de abril de 2008

SINCERO DESPRECIO

Trece años después, ¡trece!, de que los bandidos de ETA mataran a tiros al parlamentario Gregorio Ordóñez, el extraño Parlamento vasco ha pretendido tapar sus propias vergüenzas con una placa que debería servir para recordar al valiente fallecido. Y ayer, en el tardío homenaje, le dieron la palabra a la viuda, Ana Iribar. Y ésta, con una entereza que daba escalofríos, aprovechando la irrepetible ocasión, se acordó de un resentido caballero, leñador acomplejado, de nombre Juan José Ibarretxe, que no tuvo la decencia de estar presente: "Quiero -le dijo la viuda elegante y serena, a Izaskun Bilbao, presidenta del Parlamento- que le traslade al lehendakari mi más sincero desprecio por la deslealtad, la hipocresía y la cobardía con las que actúa."

Histórico, ¿verdad? Por fin, después de tanto mentir y tergiversar, hemos podido descubrir que las palabras más claras también sirven para decir cosas evidentes en la penumbra del politiqueo. ¿Por qué nadie le había dicho la verdad, hasta ayer, a ese tal Ibarretxe, enfermo de odio? ¿Por qué temerle, o soportarle, como algunos le temen y soportan?

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