viernes, 14 de marzo de 2008

ORTIZ WIOT

Los buenos también mueren, y ayer murió uno de ellos: Fernando Ortiz Wiot. Su ciudad natal, Las Palmas de Gran Canaria, de la que fue alcalde, y que después lo recordó poco y a destiempo, le está guardando tres días de luto. Cuando escribo temblando de dolor estas mal trazadas líneas, la capilla ardiente de mi querido amigo sigue instalada en la Institución Ferial de Canarias, como si el cuerpo de Fernando fuese una mercancía, y no en el Ayuntamiento o en el Museo Canario, por ejemplo...

A quienes no sepan quién fue Fernando Ortiz, o cómo fue, habría que contarles, ahora, con detalle y lealtad, para que les sirva de ejemplo, su biografía. Pero yo no quiero ni puedo hacer eso, porque tendría que traicionar mis sentimientos. Para mí, lo más importante no es lo que fue o cómo fue. Lo más importante es lo que sentí y siento por él...

Más que recordarlo, yo quiero sentirlo. Quiero seguir sintiendo, para siempre, que tuve un amigo -al menos uno- que siempre fue amigo, de verdad, en las duras y en las maduras. Por eso guardaré esa fotografía, como si el fin no hubiese llegado. La guardo, aunque esté manchada por la sonrisa del personaje diminuto que aparece a la izquierda, porque es el retrato de un momento feliz para Fernando.

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