martes, 31 de julio de 2007

EL PARAÍSO EN LLAMAS


Era un extraño paraíso -unas islas del Atlántico- que nunca fue un verdadero paraíso. Primero fue un simple atracadero de los barcos que navegaban entre Europa y América. Después fue un largo esperar por una nada que nunca llegaba: que se hizo dolor y resentimiento. Después llegó el Turismo, con su dinero fácil y con la negación de toda identidad. Después apareció la democracia, como caída del cielo. Las mayorías históricamente marginadas se encaramaron al poder. Y se vengaron saqueando y corrompiendo. Todo se hizo posible en el Archipiélago Canario. La ley dejó de ser ley. La razón fue atropellada por la brutalidad. Y por eso no tiene nada de particular que un tal Juan Antonio Navarro Armas, vecino de Tejeda, el pueblo que está por encima de las nubes, decidiera prolongar su contrato de guardabosques pegándole fuego al paraíso...

1 comentarios:

A las 31 de julio de 2007, 18:39 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Y de esos mismos parajes hoy calcinados, "antier" fueron expulsados del paraíso los que hasta entonces habían sido sus ángeles guardianes: los maúros, los magos, los campesinos, los payeses, (¿por qué una misma realidad tiene tantos nombres para designarla?). Ellos, de sol a sol, cuidaban el campo, lo mimaban para que les ofreciera su agradecimiento en forma de divinos frutos de la tierra. Y no había más incendios que alguno fortuíto y muy limitado provocado por algún rayo. Todo fue así hasta que aparecieron los ecologistas de salón, que además para más INRI le preguntan al campesino por el color del cielo. Pero ellos, con los surcos que produce el arado del tiempo en la cara, les responden con una estrofa de una canción: "Me preguntas de qué color es el cielo, ¡Cómo lo voy a saber si desde el amanecer lo paso mirando el suelo!"

 

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