sábado, 13 de junio de 2009

UN PAÍS EMERGENTE

Brasil fue considerado, durante décadas, "o país do futuro". Después, durante mucho tiempo -y no hace falta recordar de dónde brotó la fiebre nacionalista-, Brasil pensó de sí mismo que era "o melhor país do mundo". Ahora, en la época de Lula, sencillamente democrática, el mundo entero reconoce a Brasil como "un país emergente". Algunos llegan a decir que ya es "una potencia mundial". Pero no es. Para eso todavía le fantan tres pequeñas cosas: comunicarse mejor con el planeta Tierra; remediar su eterna y disparatada burocracia; y colocar en la senda del consumo activo a cincuenta o sesenta millones de pobres muy pobres... Como sólo existe lo que se comunica, Brasil aún no existe efectivamente, plenamente, porque lo que de él se sabe está dicho en buena medida por intermediarios, o por competidores, que manipulan o distorcionan su verdad. En cuanto a la burocracia, un amigo mío, que ama este hermoso país tanto como yo, asegura que Brasil pierde la mitad de su energía, que es mucha, en el vicio del "venga usted mañana", "traiga otro papel", "póngale otra póliza". Y en la cuestión de menos pobres y más consumo se está haciendo lo que se puede, que nunca llega a ser suficiente... La derecha política se empeña en decir que los subsidios económicos a las familias más necesitadas son pura demagogia electoral: "una gigantesca fábrica de vagos". Pero no es cierto. Esas ayudas precarias y un poco dolorosas son el primer paso para agrandar "el mercado" -para avanzar por el único camino que sí lleva a la condición de gran potencia... Que, por casualidad, es el camino que está trazado en la mente pernambucana de Lula: un país que sabe producir con perfección todo lo que puedan producir los países desarrollados, y que lo produce a precios competitivos, y que además cuenta en su propio territorio con una infinita capacidad-necesidad de consumir, es un país imparable...

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