domingo, 19 de abril de 2009

PRAÇA DA BANDEIRA

Ahora es un espacio atormentado, en el que no caben más artilugios urbanos ni más personas apresuradas. Pero, aunque siempre estuvo allí, en el corazón mismo de la ciudad, yo conocí la Praça da Bandeira cuando de plaza sólo tenía el nombre. Pues no pasaba de un terreno vacío, medio abandonado, sin ninguna utilidad, donde la bandera que ahora vemos a la izquierda, junto al viaducto curvo que se adentra en el Vale do Anhangabaú, tardaría décadas en llegar.

Sin embargo, aquella especie de solar sin vida nunca se apartó de mi memoria, porque tuvo que ver con una pequeña historia inolvidable:

Cuando me tocó estructurar, implantar y organizar la Secretaría de Turismo del Municipio, decidí abrir las puertas de mi despacho a todos los ciudadanos que quisieran opinar sobre la idea, entonces atrevida, casi revolucionaria, de un São Paulo compitiendo con Río de Janeiro en la tarea "frívola" de recibir y entretener turistas.

A muchos les parecía un disparate que una ciudad "seria", de fuerte tradición industrial, perdiera tiempo y dinero en actividades programadas para el descanso y la diversión, y no para el trabajo duro, constante y disciplinado. A otros no les parecía mal un poco de alegría, pero opinaban que la Secretaría jamás alcanzaría sus objetivos, porque sencillamente pretendía contrariar el sentir del alma paulistana. Otros aparecían con las propuestas más sorprendentes, queriendo sumarse, de alguna manera, al sueño de un São Paulo culto y amable, atractivo, abierto al mundo...

Y resultó que, entre los optimistas, vino a verme un hombre de aspecto distinguido, aunque de ideas muy extrañas. Hablaba como un predicador de los que ahora reparten milagros urgentes. Sacó de un tubo de cartón una gran fotografía aérea del centro de la ciudad, y, mientras la desenrollaba sobre mi mesa de trabajo, me fue adelantando en qué consistía el proyecto de su vida, para transformar a São Paulo, de golpe, en la capital turística de toda América del Sur: ¡una bandera de Brasil, en la Praça da Bandeira, que, por sus dimensiones, y por la altura de su mástil, pudiera ser vista y admirada desde Buenos Aires!

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