LA ESPAÑA QUE DUELE
Bastaría con ver la elegancia vulgar.
Pero hay que decir que él es el señor Correa.
Y ella, doña María del Carmen, la esposa.
Pisaron con descaro las piedras sagradas de El Escorial.
Frecuentaron los desagües del poder.
Se rieron de la Ley y de la gente de bien.
Y todavía hay miserables que los defienden.
No niegan los defensores que la pareja tenga culpas. Natural.
Pero, al fin y al cabo, ¿quién no ha pecado?
Por eso habría que acallar a la Justicia.
¡Que se dedique -la Justicia- a perseguir
a los que roban gallinas; a los que venden pañuelos
en la calle; a los inmigrantes sin papeles!
¡Qué se han creído!
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