jueves, 11 de junio de 2009

TODO NEGRO

Mi amigo Ezequiel Bertoldi, arquitecto ilustre, nacido y criado en el luminoso puerto de Santos, vivió en Lima durante aquellos años del Terremoto. Y el recuerdo más fuerte que le quedó del otro lado de América no fue el temblor de la tierra sino el color del mar de chabolas donde habitaba la miseria, a un lado y al otro de la carretera que iba del aeropuerto a la capital peruana: eran negras y no de mil colores, como las favelas de Río, Recife o São Paulo... Hoy, aquel recuerdo parece mentira. Pues, en todo el Brasil desarrollado, el color negro ha tomado cuenta del progreso, en abierta contradicción con lo que sucede en los barrios marginados, que siguen siendo "alegres". Ahora, todos los coches son negros, con cristales negros, llevados por conductores vestidos de negro; todas las personas serias e importantes visten de negro; todos los políticos visten de negro; todos los empleados de banca visten de negro; todos los desempleados en busca de empleo visten de negro; todos los vendedores visten de negro; todas las recepcionistas van de negro; no hay camarero que no lleve indumentaria negra; los tres o cuatro millones de personas dedicadas al negocio de la seguridad particular parecen agentes funerarios de riguroso luto; los muchos millones que viven de aparcar coches usan pantalón negro y camisa blanquísima, como aquel Chico Buarque que nos emocionó en la juventud... Solamente de cuando en cuando, todavía, en medio de la muchedumbre cubierta de negro, puede verse algún negro elegante vestido de blanco, con zapatos blancos y sombrero blanco, igual que cuando el samba era samba...

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