sábado, 23 de agosto de 2008

OSETIA

¿Osetia? Como mi ordenador no sabe escribir en osetio, ni en ruso, ni en georgiano, tendré que decir que el polvorín de que tanto hablan los periódicos en estos días podría llamarse República de Osetia del Sur. Y utilizo la palabra podría porque Georgia se niega a reconocer que tal república exista. Para ella -para Georgia- lo que existe es la vieja región de Samachlabo, o, ahora, de Tsjinvali, así, con i al final, para fastidiar a los osetios, que llaman Tsjinval, sin i, a la ciudad que consideran su capital, y que no tiene, o tenía, más de 30.000 habitantes.

En total, la tal Osetia del Sur tiene menos de 4.000 km2, y menos de 70.000 habitantes perdidos en su propia y atormentada historia, que todavía no han llegado al siglo XVIII, pero que le quieren pegar fuego al XXI. Manda huevos, que diría el castizo. En esta parte del mundo, en la España de Zapatero y de los muertos de Barajas, vivimos sin vivir, porque no conseguimos saber, exactamente, lo que hay en la cabeza hueca de algunos terroristas. Pero también habría que saber, digo yo, bastante geografía: ¿Dónde está, hijos míos, Osetia del Sur?

La cosa, además de peligrosa no es fácil, porque resulta que también existe Osetia del Norte, o Alania para los eruditos. Está pegadita a la otra, pero no es de Georgia. Ésta, la del Norte, sí es una república de la Federación Rusa, y se encuentra en el Cáucaso, en la antigua ruta de la seda. Tiene unos 750.000 habitantes, unos 8.000 km2, y su capital es (anoten) Vladikavkaz -aunque nos suene más Beslán por el atentado de los chechenos en 2004.

Irse para Benidorm, así, sin pensarlo, o ponerse a estudiar sexualidad en las universidades de verano, o rezarle a los santos de agosto, no sirve de nada, mientras no sepamos cómo se amasa el pan con el permiso y la vigilancia de los soldados rusos.

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