jueves, 7 de agosto de 2008

PINK FLEET


Los viejos marineros usaban esas dos palabras, pink fleet, para referirse a los barcos que reflejaban en sus cascos los últimos rayos de sol, antes de desaparecer en la negrura de la noche...

Pero no se preocupen. Si en los próximos días no saben de mí, no será porque haya desaparecido en alguna noche cierta, sentida o imaginada. Será porque estaré navegando en un barco que se llama así: Pink Fleet.

Sin embargo, deben saber que el Pink Fleet no es un barco cualquiera. No. No lo es. El Pink Fleet, a diferencia de los demás barcos que existen, no navega simplemente por navegar. Ni navega en cualquier mar, con un rumbo cualquiera. Sólo navega en el Paraíso. Y sólo navega en dirección a lo mejor del pasado -a lo que fue más bello, más emocionante, más inolvidable, más querido, más alegre, más llorado...

Con el calor de Madrid, los peinados despeinados de María Dolores de Cospedal, y la somnolencia política que me produce la sin par Leire Pajín, se me derritió la menguada esperanza que me quedaba. Tuve que ir a mi curandero de cabecera. Y el curandero, que me conoce como si me hubiera parido, no lo dudó ni un instante: "¡Viaja hacia lo más hondo de ti mismo, muchacho! ¡Viaja! ¡Vuelve a viajar con urgencia!"

Qué remedio. Tendré que viajar. Voy a viajar. Estoy haciendo las maletas. Y viajaré en el Pink Fleet, como en aquellos tiempos, porque no hay otro barco que sepa navegar como él por el epicentro de mi alma.

1 comentarios:

A las 11 de agosto de 2008, 20:06 , Anonymous Anónimo ha dicho...

¡Que extraño resulta que a un isleño le guste el mar y, además, navegar plácidamente! Aunque, eso sí, con las comodidades del mundo moderno, que la añorada vela y el rumor de los vientos propicios fueron sustituidos por el gasoil y por el chacachá de los pistones...

Las prisas por llegar a cualquier parte, ¿o es en realidad huir de la vulgaridad de un lugar?, hacen que muchos opten por el avión, supersónico a ser posible, para no tener que pensar en las cosas transcendentes. ¿Como se puede soportar oír a Teresa de la Vega decirle a los deportistas que no piensen en los demás, sólo que ganen medallas? ¡Ejemplo de solidaridad humana! Eso sí, olímpica

 

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