PINK FLEET
Pero no se preocupen. Si en los próximos días no saben de mí, no será porque haya desaparecido en alguna noche cierta, sentida o imaginada. Será porque estaré navegando en un barco que se llama así: Pink Fleet.
Sin embargo, deben saber que el Pink Fleet no es un barco cualquiera. No. No lo es. El Pink Fleet, a diferencia de los demás barcos que existen, no navega simplemente por navegar. Ni navega en cualquier mar, con un rumbo cualquiera. Sólo navega en el Paraíso. Y sólo navega en dirección a lo mejor del pasado -a lo que fue más bello, más emocionante, más inolvidable, más querido, más alegre, más llorado...
Con el calor de Madrid, los peinados despeinados de María Dolores de Cospedal, y la somnolencia política que me produce la sin par Leire Pajín, se me derritió la menguada esperanza que me quedaba. Tuve que ir a mi curandero de cabecera. Y el curandero, que me conoce como si me hubiera parido, no lo dudó ni un instante: "¡Viaja hacia lo más hondo de ti mismo, muchacho! ¡Viaja! ¡Vuelve a viajar con urgencia!"
Qué remedio. Tendré que viajar. Voy a viajar. Estoy haciendo las maletas. Y viajaré en el Pink Fleet, como en aquellos tiempos, porque no hay otro barco que sepa navegar como él por el epicentro de mi alma.
1 comentarios:
¡Que extraño resulta que a un isleño le guste el mar y, además, navegar plácidamente! Aunque, eso sí, con las comodidades del mundo moderno, que la añorada vela y el rumor de los vientos propicios fueron sustituidos por el gasoil y por el chacachá de los pistones...
Las prisas por llegar a cualquier parte, ¿o es en realidad huir de la vulgaridad de un lugar?, hacen que muchos opten por el avión, supersónico a ser posible, para no tener que pensar en las cosas transcendentes. ¿Como se puede soportar oír a Teresa de la Vega decirle a los deportistas que no piensen en los demás, sólo que ganen medallas? ¡Ejemplo de solidaridad humana! Eso sí, olímpica
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