jueves, 5 de abril de 2007

AREILZA (y 5)

En Coalición Democrática, al entrar de lleno en la campaña electoral, a mí me tocó hacerme cargo de la preparación de los candidatos, en una especie de colegio de párvulos montado de un día para otro en los salones del hotel Los Galgos, en la misma calle -y a escasos cien metros- donde habían asesinado a Carrero Blanco. Preparar quería decir instruir: enseñar. Pero, ¿cómo enseñarles algo, por ejemplo, a los tres presidentes de los tres partidos coaligados, cuando los tres creían saber más que nadie, de todo? ¿Cómo hacer políticos creíbles, con unas cuantas charlas, de algunos señores antiguos, con bigote, llegados de la España profunda? ¿Cómo conseguir el respeto de algunos candidatos que por estar afiliados a Alianza Popular entendían que no tenían que hacerle caso, nunca, en ninguna circunstancia, a quienes pertenecieran a los otros dos partidos? A veces, aquella batalla se hacía muy difícil. Para comunicarse había que superar la prueba de mil trucos que a mí me desconcertaban. Un joven prematuramente calvo, que se vestía de forma espantosa, y que se llamaba Rodrigo Rato Figaredo, ni siquiera se ponía al teléfono. Para dar con él había que dejarle recado en una emisora de Ciudad Real. Con otro, de nombre Francisco Álvarez-Casco, que vivía en la calle de Gregorio Marañón, en Gijón, la cosa funcionaba al revés: tenía tantos teléfonos, en tantos sitios, para que lo encontraran siempre y a cualquier hora, que, por exceso de números, resultaba imposible localizarlo. Los buscadores de poder, especie de buscadores de oro, eran una plaga. Algunos, como otro joven ambicioso y desconfiado, llamado José María Aznar, que trabajaba en Logroño como funcionario, empezaban a ser verdaderos especialistas. Andaban por los pasillos, sin despertar sospechas, sin hacer ruido, sin comprometerse, sin afiliarse, olfateando las verdades y las mentiras, oteando el futuro, y donde todos fracasaban ellos eran capaces, de forma increíble, de sacar provecho. ¡Genios!

1 comentarios:

A las 5 de abril de 2007, 17:37 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Jó, Alejo como dice el refranero, en todas partes, cuecen habas...
por mi parte, me afilié el psoe, y resulta que descubrí como un ayuntamiento es manejado por un sindicato, y los trabajadores de una empresa. Y era triste ver como un político ambicioso, intenta dar pases de pecho con ellos, mientras intenta conseguir, haciendole el huevo, a su jefe... su cabeza. Porque su jefe...es el unico honrado, de todo el equipo autonómico, y yo creo que de los poquisimos a nivel nacional de todo el partido.
Un saludo

 

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