lunes, 5 de marzo de 2007

DEMOCRACIA VERTICAL

Cuando Franco convocó el referéndum del 47 para hacer de la patria un reino, yo era un adulto prematuro: un niño de pantalón corto con el alma envejecida. Y me mandaron, acompañado de un guardia municipal y de un saco de propaganda, a organizar los comicios en la isla de La Graciosa. Y en La Graciosa nadie había oído hablar de elecciones, ni había electores, porque los hombres, todos pescadores, estaban en la mar, y porque las mujeres, como de costumbre, estaban en sus casas, alejadas de cualquier evento callejero. Me encontré solo ante el peligro. No podía comunicarme con Lanzarote, porque no había teléfono, y no podía suspender la votación, por el pánico a defraudar al Caudillo. Opté por falsificar la ceremonia, supuestamente cívica. Seguí las normas, la ley, al pie de la letra. Rellené todos los impresos. Levanté acta. Firmé todo, por todos los que tenían que firmar, con mil firmas que inventé sobre la marcha. Y cerré y lacré el sobre sagrado, con los resultados históricos: 90% de comparecencia, 100% de votos afirmativos... Pero con el cansancio y la comilona que nos ofreció el alcalde pedáneo, el guardia y yo nos quedamos dormidos en sendos colchones de plumas de pardela. Se hizo de noche, y, con un repentino temporal del este, no había barco, ni grande ni pequeño, que pudiera llevarnos de vuelta a Lanzarote. El sobre no estaría en el ayuntamiento cuando tendría que estar y Franco no sabría, allá en Madrid, en tiempo y forma, que los habitantes de La Graciosa, como todos los habitantes de toda España, también estaban de su lado... ¡Una desgracia! "¿Me fusilarán?" -le pregunté al guardia. Y el guardia dudó: "Nunca se sabe" -me dijo. Llegamos al ayuntamiento, que estaba en La Villa, en Lanzarote, al mediodía del día siguiente. Y el secretario, que entonces era Pepe Bonilla, me estaba esperando con un afecto impropio de su indiferencia crónica. Mal sunto -pensé. Pero no. Le conté lo que había pasado y no se inmutó. Cogió el sobre y lo tiró a la papelera. Y me dijo: "No te preocupes. Yo ya sabía que de La Graciosa, con votación o sin ella, ni se podía regresar a tiempo, ni informar a tiempo. Y por eso preparé aquí mismo los resultados oficiales. Toma nota: oficialmente, en tu mesa hubo una comparecencia del 94%, con 98% de votos favorables y 2% nulos. ¿De acuerdo?" "De acuerdo" -le dije.

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