jueves, 8 de marzo de 2007

BALOMPÉDICOS

Podríamos hablar de muchas cosas: de lo que ganan los futbolistas, de lo que dicen los entrenadores, de la violencia en los estadios, del poder de los árbitros, del mal ejemplo que lleva a creer que triunfar es lo mismo que meter gol, de los pecados de la prensa especializada, de la idea equivocada de que lo deportivo tiene algo que ver con el respeto y la lealtad... Pero perderíamos el tiempo. Lo perderíamos, porque está claro que la gente prefiere el fuera de juego a la razón cotidiana. Y por eso, aquí, ahora, yo sólo voy a entrar en lo de la indumentaria: en la forma de vestir de los balompédicos, cuando viajan, o cuando van a ver jugar, y no precisamente a jugar. Los entrenadores, por lo general, visten sus mejores trajes cuando van con sus equipos a enfrentarse a sus rivales. Es como si fuesen a una boda o a intervenir en algún parlamento. Se ponen corbatas de seda, carísimas, sin acertar en los nudos, que muchas veces recuerdan la horca de Bagdad. Y calzan zapatos de etiqueta, que acaban destrozando al darle patadas al césped cercano. Yo sufro mucho cuando, a veces, los veo por televisión. Pues, la verdad, los entrenadores me desconciertan. No entiendo por qué se visten de novios o padrinos para ir a los estadios, y entiendo menos por qué usan chándal para ir a ver al alcalde, al gobernador o al rey... Y los jugadores, pobrecitos, me dan pena penita cuando los veo en los aeropuertos o en las estaciones ferroviarias, vestidos de aquella manera, con trajes repetidos, iguales, que a los bajitos les quedan grandes y a los más altos les quedan por los tobillos. Quien los viste así, tan ridículos, y de forma tan incómoda y contradictoria, seguramente los odia. Pues no tiene sentido que a muchachos que ganan fortunas, y que son adorados por las multitudes descamisadas, los quieran confundir con los conserjes de cualquier ministerio silencioso y en penumbra. Pero claro, a estas alturas habría que hacerse la pregunta del siglo: ¿Qué es peor, manipular a los balompédicos por fuera, con esas vestimentas que los convierten en seres sin personalidad, o manipularlos por dentro, acercándolos a la política, cuando los suben a gritar tonterías en los balcones de los ayuntamientos, o a la religión, cuando los llevan a ponerse de rodillas ante las Patronas de los lugares que se quedan con las copas?

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio