viernes, 18 de enero de 2008

DEMOCRACIA

Coincidiendo por pura casualidad con la disparatada batalla electoral que ahora mismo están sufriendo los españoles, desde la América reflexiva me encargan una serie de conferencias sobre Democracia. En concreto, sobre el deterioro de la Democracia en España. O sea: ¿Por qué los políticos españoles son cada vez menos creíbles y menos respetables? ¿Por qué crece en la política española el oportunismo y la mediocridad? ¿De dónde salió esa legión de analfabetos, de ladronzuelos, de malcriados, que se encarama cada vez más al Poder hispano?

La respuesta, si hubiera que sintetizarla, o si pudiera sintetizarse, sería desconcertante: porque lo que llaman democracia no es Democracia.

Se ha confundido y se sigue confundiendo, mayoritariamente, el ideal democrático con el simple ejercicio electoral. Nadie se ha molestado en explicarle al pueblo llano que puede haber Democracia sin elecciones, pero no Democracia simplemente votando...

Si no hay participación efectiva y permanente, de alguna forma, en los asuntos de interés general, no hay Democracia. Y sin Democracia, el simple hecho de votar no es otra cosa que la selección inevitable de los peores... Eso es así, aunque duela reconocerlo, porque la excelencia nunca es mayoritaria. Si todo se reduce al voto, si todo es una cuestión cuantitativa y no cualitativa, el resultado no puede ser sino el que ha sido y es.

Cuando, sin verdadera Democracia, todo se arriesga en la frívola ruleta del voto espeso y masificado, no sólo se está eligiendo a los peores con mucha probabilidad: ¡se elige a los peores para confiarles el imposible de liderar con tino lo que cada vez es más complejo, más difícil y más exigente!

Se trata de un círculo vicioso -de un mundo al revés: donde se margina a los mejores desaparece o se reduce la Iniciativa; sin Iniciativa suficiente y compartida no hay Democracia; sin Democracia real el voto mayoritario sólo sirve para elegir a los peores; eligiendo a los peores se margina más y más a los mejores...

La cuestión, además de complicada -no hace falta que me lo recuerden-, se presta a toda clase de malos entendidos. Por eso, en las conferencias que voy a dar me apoyaré en el ejemplo real que mejor conozco: el de las Islas Canarias. Allí, el progreso económico aparente no es el fruto de una Iniciativa general propia y sostenida; la cultura no es el fruto de una conciencia general compartida; la Prensa no esclarece, ni defiende, ni aproxima; hasta la geografía está rota y separada... ¿Dónde encontrar la Democracia? ¿Cómo puede ser democrático lo que es ajeno, incompatible y casual? ¿Para qué sirve el voto pulverizado, distraído y ocasional?

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