martes, 8 de enero de 2008

ARANJUEZ



El río Tajo llega quieto, con algo de disimulo.
Como si llegara de algún desengaño.
Como si no quisiera seguir hacia el poniente.
Y entonces da vueltas, vueltas, vueltas.
Como si estuviese arrepentido de alguna cosa.
Como si quisiera avanzar hacia atrás.
Como si deseara ser otro río, en otro lugar.
Como si temiera el encuentro con el Jarama.
Y entonces abraza al Palacio Real.
Se rompe en canales de riego y ornamento.
Se confunde con un sueño de belleza artificial.
Se convierte en historia sin alejarse de La Mancha.
Se hace otra cosa sin salirse del cauce natural.
Y entonces, sólo entonces, vuelve a ser río.
Porque los palacios, sin reyes, se llenan de turistas.
Porque después de muchas vueltas descubre a Toledo.
Porque después de llamarse Tejo encuentra a Lisboa.
Porque después de Lisboa el mundo se hace líquido y azul.



0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio