viernes, 16 de marzo de 2007

LA IGUALDAD LEGAL

Quiero que mis lectores de América -sobre todo ellos- lo sepan: que sepan que en España, este país viejo y a veces oscuro, puede ser perfectamente legal el matrimonio entre un hombre y una mujer, o entre un hombre y un hombre, o entre dos mujeres. Y que, desde ayer, aquí existe además una Ley de Igualdad que hubiera hecho feliz a Clara Campoamor, la diputada que hace 75 años consiguió el voto femenino, y que dijo aquello de "He trabajado para que en este país los hombres encuentren a las mujeres en todas partes, y no sólo donde ellos vayan a buscarlas". Doña Clara se adelantó a su tiempo, es cierto, pero no estoy convencido de que pudiera haber soñado lo que ahora es posible. Ahora, aquí, los hombres tendrán 15 días de baja laboral por paternidad; en las listas electorales habrá un 40% de mujeres, como mínimo, en puestos intercalados con los hombres; las empresas con más de 250 trabajadores se verán obligadas a negociar planes de igualdad; y las que coticen en bolsa deberán tener mujeres en sus consejos de administración... Según el presidente Rodríguez Zapatero, con esa Ley de Igualdad se transformará de forma radical y para siempre la sociedad española. Y yo me alegraría si eso llegase a ser verdad. Me alegraría mucho, porque al fin y al cabo vengo de donde vengo, y no he olvidado el trato desigual que recibían las mujeres que me criaron, quisieron y educaron. Ellas, allá en Lanzarote, no podían viajar sin permiso del marido. No podían comprar ni vender. No podían tener cuenta en el banco... Yo siempre pensé que aquello era injusto. Siempre creí que las mujeres merecen algo más que la igualdad, porque son distintas y hasta superiores -porque son las que alumbran la vida. Pero ahora mismo tengo alguna duda. No estoy seguro de que el problema de siglos se pueda solucionar por completo, de repente, con una simple y bonita ley.

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