sábado, 17 de octubre de 2009

BANDIDOS

Aprovechando el buen tiempo de este octubre que parece agosto, y sacándole partido a los precios y servicios que han mejorado con la crisis, recorro la Europa que quiero para no olvidarla, y para que ella no me olvide. Visito a viejos amigos alejados del mundanal ruído y de la mediocridad política. Me detengo en el desconcierto de las universidades, atrapadas entre el saber del pasado y la ignorancia del futuro. Vuelvo a pisar algunas redacciones de algunos medios de comunicación donde todavía me respetan... Y es ahí, en las redacciones, entre periodistas inseguros de sí mismos, donde me siento más incómodo. Pues en todas ellas, como si yo fuese un corresponsal deportivo, o como si a mí me interesaran los deportes, acaban haciéndome una misma pregunta: "¡¿Río de Janeiro?!" "¡¿Olimpiadas en la ciudad de las favelas y de la violencia?!"

Después de hacer lo posible para no caer en discusiones inútiles, caí en la cuenta de que en alguna de las redacciones que he visitado siguen pensando que ETA es un "movimiento independentista" y no una banda de asesinos. Y ese pequeño detalle me llevó a pensar, por algún extraño motivo, en algo que nunca había pasado por mi cabeza: la diferencia que hay entre un bandido de ETA y un bandido de los morros cariocas.

Conclusión: los bandidos vascos matan por un odio ciego que los empuja a mantenerse aislados, diferentes, puros, separados de toda contaminación política, económica, social o cultural; y los bandidos de las favelas llegan a matar por el deseo ferviente de integrarse -de ser iguales, en todo, a los que disfrutan el lujo y el progreso que contemplan desde sus chabolas...

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