martes, 18 de mayo de 2010

LA GATA FELIZ

Esta gata aristocrática, que vive en un rascacielo de una gran ciudad americana, se llama Mia y nunca estuvo en Teror. Pero en Teror, un pueblo perdido en la memoria, vivía otra gata que, siendo idéntica a la de la foto, se llamaba Isabel II. O sea: estoy hablando de dos gatas iguales, pero con historias muy diferentes. La gata Mia es feliz porque está rodeada de felicidad y tiene la suerte de ver el mundo desde las alturas de su terraza. La gata Isabel II, por el contrario, que al final fue a fallecer en Madrid, nunca consiguió ser feliz porque nunca encontró la felicidad. Fue muy amada, es verdad. Pero el amor no sirve de nada cuando es amado en el infierno. Al pueblo donde Isabel II vivía sólo le faltaba una letra para llamarse TerRor. Y allí, en Teror, fue donde aquella gata bonita y cariñosa se quedó sola, por mucho tiempo, en una casa grande y vacía. Yo le llevaba comida, agua y afecto con alguna frecuencia, siempre que podía. Pero de repente, de forma imprevista, aquellas visitas mías se hicieron imposibles. Tardé semanas en volver. Y, cuando volví, encontré a Isabel II enloquecida por la soledad, por el hambre y por la sed. Sin nada que comer, se había comido su propio rabo... Y, huyendo de su propio dolor, había salpicado de sangre, como en las películas de terror, toda la blancura de los techos y paredes que la aprisionaban...

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